
Definitivamente es el mercado -y solo el mercado- el que determina a quién corresponde cada cosa. Por caso, al comprar un auto, el vendedor lo entrega a cambio de un dinero. Así, con estas relaciones pacíficas y voluntarias, se define la verdadera y única propiedad. Si, por caso, el vendedor no entregara el automóvil, el comprador presentará el contrato a un juez (idealmente un mediador privado) y demostrará que cumplió su parte.
Como se ve, el gobierno es completamente innecesario. Al ser la propiedad de orden natural surge espontáneamente del mercado -de las personas- de modo que, si el Estado impone coactivamente una supuesta posesión evitando su libre -natural- disponibilidad para el resto, está creando el monopolio del usufructo para un solo beneficiario. Obviamente, si resultara de una ley coactivamente (vía monopolio de la violencia) impuesta por el gobierno, significa que no se daría naturalmente, por tanto, no solo es ilegítima, sino que viola la verdadera propiedad.
