
Los bajos de la Biblioteca Nacional acogen una exposición sobre la vida y la obra de Jorge Semprún. Pocos personajes hay en la historia de España del siglo veinte más interesantes que Semprún. Su peripecia política está a la altura de su contribución intelectual. No se cansó de repetir que el estudio del pasado, especialmente el conocimiento de los desmanes del totalitarismo soviético y nazi, es clave para construir sociedades democráticas. Este personaje siempre me resultó muy atractivo desde el punto de vista político e intelectual. Tuve ocasión de charlar con él varias veces. Algunas de esas conversaciones son inolvidables. Recuerdo con nostalgia un par de ellas. La primera fue en Alemania, en el Schirn Kunsthalle, una de las joyas culturales de la ciudad de Fráncfort del Meno; al finalizar una conferencia que dio sobre estalinismo y fascismo, para recordar el 40º aniversario del fin la Segunda Guerra Mundial, nos enzarzamos en un largo diálogo sobre una de las frases más famosas del filósofo judío Max Horkheimer, que él había utilizado de diferentes maneras en su argumentación: "Quien no quiera hablar del estalinismo, tiene que callar sobre el fascismo".
Más tarde, en 1988, era ya ministro de Cultura, fui a visitarlo en su despacho; se mostró tan cercano y afable como la noche que pasamos juntos paseando por Fráncfort. Hablamos, otra vez, largo y tendido sobre la persecución de los judíos por los nazis y los soviéticos; él me sacó el tema, me habló, primero, de Historia y conciencia de clase, famosa obra del comunista húngaro Lukács, que reivindica la obra juvenil de Marx, pasamos después a "despotricar" del estalinismo de Lukács en su El asalto a la razón y, finalmente, pasamos al asunto para el que me había citado, a saber, la presentación del libro de Víctor Farías: Heidegger y el nacionalsocialismo. Por cierto que la presentación del libro del bueno de Víctor, en la Residencia de Estudiantes, fue todo un éxito, entre el público y apoyando el acto, cómo no recordarlo, estuvo mi amigo Fernando Savater. Inolvidable noche de reivindicación de la cultura judía.
En fin, en mis encuentros con Semprún siempre se mostró como un firme defensor de la cultura judía, imposible entender Europa sin la tradición judía; más aún, diría que sin su crítica a las persecuciones de los judíos no se entiende ni su figura política ni su obra cinematográfica y literaria. Sin embargo, en esta exposición se pasa de puntillas sobre este asunto. ¿Será acaso porque los enemigos de la actual izquierda socialista de Semprún, los llamados guerristas, sí, los seguidores de Alfonso Guerra en el PSOE de aquella época, destilaron contra Semprún aún se respira en la exposición que patrocinan los sanchistas de hoy. Sea por ignorancia o por maldad, lo cierto es que en esta muestra no está presente su defensa de la cultura judía en general, y del Estado de Israel en particular. Quien quiera subsanar esas deficiencias, lea el brillante trabajo que aquí escribió Pedro de Tena, en 2023, titulado: Jorge Semprún y el antihumanismo del antisemitismo de la izquierda.
Vale.
