Menú

'Coffee & Kareem' de Netflix: grosera, olvidable... y por eso mismo, bienvenida

En Coffee & Kareem el policía Ed Helms se mete en un lío criminal por culpa del hijo de su novia. Entretenida y fácil de olvidar.

En Coffee & Kareem el policía Ed Helms se mete en un lío criminal por culpa del hijo de su novia. Entretenida y fácil de olvidar.
Coffee & Kareem | Netflix

Mucha oferta de las plataformas online en tiempos de cuarentena. Habrá quien considere películas como Coffee & Kareem, comedia policiaca ya estrenada en Netflix, como parte de la pandemia. Otros, los que recordamos el género de las "buddie movie" cómicas que tanto abundaron en los ochenta, con títulos como Límite: 48 horas, Arma Letal o la menos icónica pero excelente Procedimiento ilegal, la veremos con cierto afecto.

La protagonizada por Ed Helms tiene la dignidad de no pretender ser nada más de lo que es. Una falta de ambición que le funciona en sus buenos momentos, la mayoría en su primer y tercer acto, pero que también frena su eficacia debido a la falta de garra de su principal activo: el deslenguado niño Kareem encarnado por Terrence Little Gardenhigh, un chaval que tratando de contratar a unos macarras que acaben con el novio blanco de su madre negra, mete a ambos en un lío de órdago. El trabajo de Gardenhigh era resultar insoportable, lo sabemos, pero las líneas que recita y las situaciones que afronta no logran que salte la chispa cómica.

Michael Dowse, que el pasado verano estrenó en cines la muy similar Stuber Express, desaprovecha en gran medida la premisa, con ese punto importante de ironía social o crítica sobre la libre circulación del racismo (el pobre Coffee jamás considera la raza de su amante un problema, solo el hijo de ella) en la sociedad estadounidense. Inicialmente esto resta significado al filme, pero al final también permite al puñado de buenos actores naveguen libres por el pobre guión, que es de lo que se trata. La película al final desemboca en un buen (y sangriento) clímax de acción capaz de parodiar con desvergüenza el momento estelar de Reginald Veljohnson en Jungla de Cristal.

Esos buenos actores, con Ed Helms a la cabeza y la siempre espléndida Betty Gilpin detrás suyo (la de Glow interpreta a la egoísta policía rival de Coffee como una loca encocada) configuran una distracción de humor tosco y guarro bastante amena para el público adulto y nostálgico, cuyos diálogos procaces no funcionan tan bien deberían debido a esa falta de trabajo en el guión que afecta a algunas formularias propuestas de Netflix. Evidentemente, los tiempos de directores como Richard Donner, John Badham o Walter Hill han terminado, pero con su duración inferior a hora y media, algunos seguimos prefiriendo Coffee & Kareem a la "serie del año" de esta semana.

Temas

En Cultura

    0
    comentarios