Los buenos resultados en taquilla de Oso vicioso en EEUU y la coincidencia en cartelera con otras serie B vitaminadas como 65 o la inminente El exorcista del Papa, junto al relativo fracaso en taquilla de Quantumania y la secuela de Shazam, invitan a pensar que en Hollywood quizá se lancen a recuperar las películas medias que antaño llenaban las carteleras y multiplicaban la oferta temática para los espectadores de cine. Pero antes de hacer castillos en el aire, lo cierto es que cabe alabar -y criticar, porque hay para ambas cosas- la apuesta de la directora Elizabeth Banks, que adapta de aquella manera un suceso más o menos real -unos fardos de cocaína caen de un avión en los bosques de Georgia y un oso se enfarlopa- en una comedia de terror cuya tesis está clara desde el comiento: Oso vicioso es un retrato de la estupidez humana, no animal, y en particular de esa misma clase media que habita las salas de esta clase de productos.
Cabe agradecer a la directora, que ciertamente mejora sustancialmente los resultados de su anterior Los ángeles de Charlie, que extirpe de su fábula todo asomo de conciencia ecologista y moral contemporánea. Ese vaciado de seriedad debería conferir a Oso vicioso (o Cocaine Bear, su título original) un cierto aval como ejercicio de narración, pero lo cierto es que a Banks todavía se le escapa cómo manejar ciertas coordenadas de puro cine de género: pese a la eficacia de ciertos momentos, resulta cansino ver cómo la directora insiste en hacer reaccionar al "pitch" de la película a todos y cada uno de los personajes de la misma (y créanme, son casi diez) y sobre todo en confundir la sátira con cierta misantropía a la hora de finiquitarlos.
Es una diferencia quizá sutil, pero que un director más versado como -se me ocurre- un Alexandre Aja en Piraña 3D acertó a dilucidar mejor para evitar que el tono de este filme de estudio derivase en el de un producto Empire. Al margen de ello, Banks, que por alguna razón ha decidido fichar para el film a la mitad del elenco de la excelente serie The Americans (por ahí están Keri Russell, Margo Martindale y Matthew Rhys), la película se mueve con agilidad y a ello ayuda la excelente música de Mark Mothersbaugh, que sí acierta a mezclar cierto espanto con burla. Oso vicioso, que sin duda dará lugar a todo un subgénero de animales enfarlopados, resula entretenida y al menos supone un estupendo aviso para navegantes: queremos más comedias de terror.