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Andrzej Nowak

'Imperiofobia' desde una perspectiva diferente

Preguntemos a los ucranianos si se levantan contra Rusia por "imperiofobia" o, más bien, por su memoria dolorosa del insaciable imperio ruso.

Preguntemos a los ucranianos si se levantan contra Rusia por "imperiofobia" o, más bien, por su memoria dolorosa del insaciable imperio ruso.
El presidente Vladimir Putin durante el desfile del Día de la Victoria. | Europa Press

Durante 40 años me he ocupado de la historia de Rusia y Europa del Este. La enseño en la Universidad Jagellónica de Cracovia, donde Nicolás Copérnico estudió hace 531 años. Teniendo en cuenta que fue la Universidad salmantina la primera en Europa que entendió la importancia de los descubrimientos copernicanos condenados por los dictámenes de la Inquisición, y los enseñó, aunque fueron prohibidos en universidades como Zurich o Sorbona, confío en ser también esta vez un polaco bien comprendido por los españoles.

El hecho de compartir alma mater con Copérnico no me convierte en un descubridor, pero define un punto de vista específico desde el que miro la obra de la profesora María Elvira Roca Barea. El eco y el éxito de su disertación deslumbrantemente escrita sobre la Leyenda Negra de España finalmente nos llegó, en la "periferia de Europa". Lo que nos sorprendió fue la verdadera "leyenda rosa de Rusia" que se agregó a este libro.

No sé si la destacada autora estudia literatura e historia rusa en lengua original, pero ciertamente conoce y aprecia la tradición cultural española como nadie. Por eso, me sorprendió su categórica afirmación de que "hasta la revolución de 1917, en España se habla poco de Rusia", y la primera mención de la imagen de Rusia en España se presenta en la legación de Piotr Potemkin de 1681. Sé que en otro libro titulado Fracasologia, la profesora Roca Barea presume con razón de la figura de Lope de Vega. Pero ¿por qué olvidó que fue precisamente el fundador del teatro nacional español quien creó —en 1613— la primera obra literaria brillante que presentaba Rusia a sus compatriotas? El mismo título de esta obra, la gran comedia El Gran Duque de Moscovia y el emperador perseguido, correspondería a primera vista a la intención del libro de combatir la leyenda negra de los imperios español y ruso: he aquí un "emperador perseguido" en Moscú…

Sin embargo, en una lectura más atenta de la comedia de Lope de Vega, podemos ver que este "emperador" es Dimitri el Falso, perseguido por su propio pueblo bárbaro. Por otro lado, ese Dimitri es apoyado por la corte polaca del Renacimiento, la nobleza polaca amante de la libertad y su noble rey católico Segismundo III, que le ayudarán a recuperar el trono para "civilizar" a la cruel Rusia, gobernada primero por Iván el Terrible y luego por Boris Godunov. Esto es lo que presenta Lope de Vega. Su comedia en realidad confirma todas las características más importantes de lo que la profesora Roca Barea llama "la leyenda negra" de Rusia.

También es extraño que, prestando atención a varios ejemplos bastante secundarios de la literatura anglosajona del siglo XIX, describiendo críticamente a Rusia y sus costumbres políticas, la autora española omita por completo la más famosa "acusación" emitida contra Rusia en medio de este siglo por un español, Juan Donoso Cortés, marqués de Valdegamas. Su discurso a las Cortes españolas (del 30 de enero de 1850) y su ensayo Sobre el catolicismo, el liberalismo y el socialismo (1851), reimpreso muchas veces en toda Europa, no es solo la "biblia" del conservadurismo, sino también la más fuerte advertencia contra el peligro que se avecinaba en Europa desde Rusia. El socialismo, habiendo saqueado a los propietarios, extinguirá el patriotismo, afirmó Donoso Cortés. Es entonces cuando llegará la hora de la Rusia imperial, que será capaz de tomar sin un tiro a un Occidente completamente desarmado militar y moralmente y someterlo a un despotismo inhumano...

¿Quizás, en lugar de ignorar discretamente la contribución española a la imagen de Rusia como amenaza para Europa, merece la pena plantearse de dónde procede esa imagen?

Contrariamente a lo que piensa la autora de Imperiofobia, la imagen de Rusia ciertamente no proviene de los susurros de la propaganda antirrusa de la Ilustración francesa. Este cuadro es más antiguo y tiene su origen en la realidad de la propia Rusia (es decir, de Moscú en los siglos XVI y XVII) y la influencia de su agresión sobre sus vecinos inmediatos. Roca Barea no ve ni a la propia Rusia ni al hecho de que tenía (y sigue teniendo) algunos vecinos además de Alemania. Presenta toda la crítica histórica de Rusia como un producto de los europeos occidentales, característico de su orgullo cultural (especialmente anglosajón, francés y alemán). Me temo, sin embargo, que una manifestación de cierto orgullo puede ser también el desconocimiento de lo que históricamente pensaron y piensan los propios rusos sobre sí mismos, así como sobre sus relaciones con este "mundo" que ahora llamamos Occidente.

La autora de Imperiofobia menciona la idea de Moscú como Tercera Roma solo para indicar el derecho (como se desprende de su texto) de Moscú al legado de Bizancio como la "segunda Roma", que cayó en 1453. Sin embargo, ignora por completo el aspecto de esta idea que es absolutamente el más importante, no solo para esta idea, sino también para la autoconciencia de los rusos, al menos hasta principios del siglo XVIII. A saber: la antilatinidad, anticatolicismo y, finalmente, antioccidentalismo ruso. Moscú se identifica, se define ante todo por su Ortodoxia (Bizancio), la que reconoce al mundo católico como su principal enemigo mortal (la Roma pontificia y todos los países católicos, es decir, hasta el siglo XVI, toda Europa central y occidental). Por tanto, la declaración de la autora sobre "el respeto que Rusia siempre ha tenido por Europa occidental" es simplemente falsa.

Moscú, como nuevo centro político de la Rusia ortodoxa, creció bajo el dominio de 240 años de los mongoles de la llamada Horda de Oro. La autora no menciona ni una palabra sobre este "episodio" que dura desde 1240 hasta 1480. Su significado no puede reducirse solo a la burla del dicho "rasca a un ruso y debajo encontrarás un tártaro". El gobierno mongol simplemente fortaleció el aislamiento de una gran parte de Rusia (dirigida por Moscú) respecto a Europa y fortaleció el deseo de oponer Rusia contra Europa. Este es el deseo de los propios rusos, incluidos los rusos contemporáneos, y no solo de los "rusófobos" europeos. Quizás valga la pena mencionar que en el plebiscito más grande para un héroe-símbolo de Rusia ("Imia Rossija" en 2007, en el que participaron 50 millones de rusos), Alexander Nevsky resultó el victorioso elegido; el mismo que es un símbolo medieval de la colaboración con los mongoles y de la eterna lucha de Moscú/Rusia contra Occidente. Agreguemos que Stalin ocupó el tercer lugar en esta encuesta. Insistimos una vez más: a fines del siglo XVII, Rusia se aísla voluntariamente del Occidente "latino". Esto tiene importantes ramificaciones culturales que no son "culpa" de la rusofobia, sino parte de la realidad de la propia Rusia.

Cuando en 1990 tuve la oportunidad de mostrarle al gran poeta ruso Josif Brodski los alrededores del castillo renacentista de Cracovia, el premio Nobel de literatura reaccionó con un suspiro de admiración y pesar: "Esto es lo que nosotros, los rusos, no tenemos y nunca hemos tenido: el Renacimiento". Consideren la importancia del Renacimiento para la cultura europea... O el significado de la universidad y la imprenta. La primera universidad en Rusia se estableció solo en 1755. Mientras tanto, la primera universidad en Bohemia se fundó en 1348; en Polonia en 1364; en la República polaco-lituana (después de la unión que se concluyó en 1385), en Vilnius en 1579; en Kiev en 1658; en Lviv en 1661; en Tallin (Estonia), en 1632. Prácticamente hasta la segunda mitad del siglo XVII, la imprenta fue tratada en Moscú como una "invención de Satanás" y prohibida, mientras que, por ejemplo, en Polonia ya estaba tan extendida desde finales del siglo XV que un tal Estanislao Polono se traslada con su taller de imprenta en 1490 a Sevilla…

Menciono estos lugares en el mapa político y cultural para enfatizar la diferencia significativa en relación con Europa entre Rusia y sus vecinos occidentales, vecinos totalmente desapercibidos por la profesora Roca Barea, y que fueron devorados por la expansión militar de Rusia entre principios del siglo XVIII y mediados del XX. Hay que recordar que, precisamente desde el momento en que Rusia, en tiempos de Pedro I (1689-1725), se abre a Europa, inicia una efectiva expansión hacia el Oeste, que traslada sus fronteras al territorio de la actual Estonia (1721), Letonia, Lituania, Bielorrusia y la mayor parte de Ucrania; en las siguientes tres particiones de la República de Polonia (1772-1795), Rusia se apoderó de un área igual a España: Finlandia y Moldavia (1809, 1812), Georgia (1783, 1801). En la segunda mitad del siglo XIX, Rusia también conquistó todo el territorio de Asia Central, exterminando tribus enteras allí, con no menos "éxito" que los anglosajones en América. Suprime brutalmente todos los intentos de resistir a su dominio, a la imposición de su cultura, idioma y alfabeto: después de uno de los muchos levantamientos polacos contra el gobierno zarista, en 1863 las autoridades rusas enviaron a más de 40.000 personas a trabajos forzados en Siberia. La consigna del paneslavismo, es decir, el gobierno de Rusia sobre otras naciones eslavas (que la profesora Roca Barea parece aceptar sin reflexionar), solo es plenamente realizada por Stalin, primero bajo el Pacto Ribbentrop-Molotov en agosto de 1939, y luego por la conquista del Ejército Rojo en 1944-1945, cuando un imperio dirigido desde Moscú gobierna la República Checa, Eslovaquia, Bulgaria, Polonia e incluso la Hungría no eslava. Esto no es una "leyenda negra" de Rusia. Esta es una parte importante de la realidad de la que la profesora Roca Barea no se dio cuenta, viendo por todas partes sólo los síntomas de la rusofobia "producida" por franceses, alemanes y anglosajones, y sin entender nada de las posibles causas del miedo real a la expansión del imperialismo ruso y sus consecuencias.

¿Sería sólo un miedo imaginario? Me encantaría discutirlo más con la destacada autora malagueña.

Como dijo vuestro genial Cervantes: "Cada cosa engendra su semejante", y lo que engendra ahora mismo el imperio ruso lo estamos viendo todos los días en los medios. No hace falta preguntar a los ucranianos si lo que les hace levantarse tan heroicamente contra Rusia es la "imperiofobia" o, más bien, una memoria muy dolorosa del insaciable imperio ruso.

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