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Mary Beard explora el modo en el que miramos en 'La civilización en la mirada'

La historiadora británica ahonda en la diferencia de las percepciones y los problemas de las religiones para representar lo divino.

El modo en el que miramos, la diferencia de las percepciones, marca la diversidad de cada civilización. Es obvio pensar que no miraron igual a la majestuosa imagen de Ramsés II –resquicio de una de las propagandas políticas más antiguas–, que si hoy, por Manhattan, nos topásemos con una estatua erigida en honor a Trump. La percepción humana del arte es el objeto de estudio de la historiadora Mary Beard (Reino Unido, 1955) que, desprendiéndose de enunciados preconcebidos, explora en su nuevo libro "el despliegue de creatividad humana a lo largo de miles de años y miles de kilómetros" mientras se pregunta acerca de cómo funciona el arte y cómo debería explicarse.

La civilización en la mirada (Crítica) tiene una doble vertiente: por un lado, analiza las diversas visiones del cuerpo humano a través del tiempo y del espacio y, por otro, ahonda en la representación de lo divino y sus problemáticas por las distintas religiones. Este ensayo es un resumen del contenido de la serie documental que la británica dirige en la BBC en el que busca respuestas a cuestiones unidas al propio concepto de civilización.

El culto por el cuerpo no es nada nuevo. Las primeras manifestaciones artísticas de los humanos fueron sobre sí mismos. Beard otorga un papel esencial en este análisis a quién mira y al contexto en el que lo hace. Asume, como parte de su teoría, que la Grecia clásica conformó la manera occidental de mirar, un supuesto que puede distorsionar la comprensión de civilizaciones ajenas. Dentro de nuestra mirada occidental, encajarán unos supuestos y unos parámetros estéticos o no.

Los griegos, y más notablemente los atenienses, asentaron el concepto de ciudadano masculino ideal. Las esculturas de cuerpos jóvenes, hermosos y tonificados, "garantía física de virtud moral", inundaban las calles, plazas y santuarios. "Mostraban a quienes las contemplaban cómo deberían ser, cómo deberían actuar y qué aspecto deberían tener", dice Beard. Parece que ya hubo una cosificación del hombre. Se burlan "explícitamente" de "bárbaros, extranjeros, los viejos, los feos, los gordos y los fofos", sostiene la historiadora

Pero, además, los griegos representaron el cuerpo humano con una finalidad adoctrinadora. Las cerámicas griegas estaban decoradas con ejemplos de comportamiento: hombres haciendo el ridículo tras beber alcohol como advertencia de los peligros de su ingesta excesiva, y mujeres junto a sus hijos y una cesta para tejer, al estilo del manual de la buena esposa.

Princesa de Asturias de Ciencias Sociales en 2016, la autora aparca el oscurantismo académico en una voluntad claramente divulgativa. Al igual que las obras de arte nos implican como espectadores, Beard invita al lector a sumarse al debate y a que escoja entre el abanico de posibilidades, puntos de vista e hipótesis.

Mary Beard aborda el arte más allá de su singularidad artística. Se traslada a otras culturas para estudiar a los guerreros de terracota –desde su concepción como constatación del poder imperial– a las cabezas gigantes olmecas. Son tesis envueltas de historia.

La historia del arte no es solo la historia de los artistas, de los hombres y mujeres que pintaron y esculpieron, sino también la de las personas que miraron e interpretaron lo que vieron, y de las diferentes maneras en que lo hicieron.

La mirada de la fe

La intersección entre arte y religión, un espacio en el "que saltan chispas", alberga los problemas y paradojas de la iconoclasia. Lanza la tesis de cómo una obra atacada por distintos motivos puede adquirir una mayor notoriedad a su estado previo original por la significación de esas "cicatrices". "A la postre, la barbarie de una persona es la civilización de otra", defiende.

A lo largo de la historia, todas las religiones se han visto enfrentadas —y a veces lo han combatido— al dilema de lo que significa representar a Dios, y han encontrado maneras elegantes, misteriosas e incluso torpes de resolverlo. La violenta destrucción de imágenes es solo un extremo del espectro artístico que tiene en el lado opuesto la "idolatría".

Mary Beard, miembro de la Academia Británica y catedrática de Clásicas de Cambridge, es una de las mayores especialistas en la Antigüedad grecorromana. Es autora de El triunfo romano (2008); Pompeya (2009), La herencia viva de los clásicos (2013) o SPQR. Una historia de la antigua Roma (2016).

Los peligros que entrañan la vanidad y la ostentación no son más que el inicio, y apuntan a la cuestión fundamental de la idolatría, o la veneración de imágenes e ‘idolos’ a la que se enfrenta el mundo entero, y de manera espectacular la España católica.

Mary Beard. La civilización en la mirada. Crítica, 2019. 256 páginas. 20 euros.

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