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Juan P. Ledesma

Arendt frente a Eichmann: una introducción

No puedo menos que quedarme admirado con Hannah Arendt. Eran tiempos de clarividencia, que se reflejan en la claridad meridiana de su lenguaje.

No puedo menos que quedarme admirado con Hannah Arendt. Eran tiempos de clarividencia, que se reflejan en la claridad meridiana de su lenguaje.
Hannah Arendt | Cordon Press

Oh Alemania... uno se ríe escuchando las conversaciones que salen de tu casa, pero el que te ve echa mano del cuchillo.

Bertolt Brecht (1933).

Eichmann en Jerusalén, que lleva el subtítulo Un estudio sobre la banalidad del mal, fue publicado por primera vez como libro en 1963 por la editorial Viking Press de Nueva York1. No obstante, en la contraportada se especifica que "los contenidos de este libro, ligeramente abreviados y, en todo caso, con una leve diferencia de forma, aparecieron originalmente como una serie de artículos en The New Yorker". En efecto, Hannah Arendt había sido corresponsal en Jerusalén para esta revista neoyorquina y, entre febrero y marzo de 1963, se publicaron en cinco entregas los artículos que informaban al público americano acerca del famoso proceso contra Adolf Eichmann. Corría el año 1960 cuando los servicios secretos israelíes, que habían recibido información confidencial del fiscal general de la RFA, Fritz Bauer, pudieron localizar cerca de Buenos Aires y, posteriormente raptar, al criminal de guerra nazi Adolf Eichmann. Pasarían dos años hasta que se ejecutara la sentencia de muerte dictada por la corte suprema de justicia israelí (mayo de 1962), y es curioso que Hannah Arendt empezara a componer un informe exhaustivo del cúmulo de materiales dispersos después de esta ejecución, durante el verano de 1962, según ella misma nos comunica en los "reconocimientos" del final.2 Lo terminaría en el invierno de 1962 y lo publicaría como libro un año después en los Estados Unidos de América y en Inglaterra (Londres: Faber and Faber 1963), quizás queriéndose acercar también al viejo continente que despertaba a los "felices 60" después de la larga noche de la posguerra.

No puedo menos que quedarme admirado con la señora Hannah Arendt. Eran tiempos de clarividencia, tiempos de entusiasmo y amistad que se reflejan en su perfecta argumentación y en la claridad meridiana de su lenguaje. Sin tapujos, me alegra haber leído la primera edición en inglés antes que la traducción al alemán con ese largo prólogo del historiador Hans Mommsen3 —alemán de origen judío, como la misma Arendt— llena de complicadas frases con las que trata de desmontar la luminosa arquitectura de la filósofa. Sí, Arendt opone a menudo la metáfora de la luz frente a la oscuridad, al igual que su maestro y mentor Karl Jaspers, al que admiraba y respetaba. No puedo juzgar si era cosa del "espíritu de los tiempos" [Zeitgeist] a principios de los sesenta o si se trataba de una generación que había sufrido tanto, viviendo en contradicciones, que se veía obligada existencialmente a la búsqueda apasionada de la verdad.

No hay que olvidar que entonces, a comienzos de los años sesenta, alcanzaba su punto culminante la guerra fría con los dos bloques enfrentados ideológicamente, y que por esa misma época en que transcurría el juicio contra Adolf Eichmann se había decidido levantar el Muro de Berlín4. Un día después de que se cerraran todos los accesos a Berlín Oeste5 finalizó el proceso, y los jueces en Jerusalén se retiraron durante cuatro meses a deliberar y analizar el ingente material aportado, para emitir finalmente primero un veredicto de culpabilidad y luego una sentencia de muerte. La sentencia no se ejecutaría hasta mayo de 1962, después de sucesivas apelaciones y solicitudes de clemencia. Eichmann fue colgado como también lo fueron otros tantos criminales de guerra nazis tras los juicios de Núremberg.

El contenido

En el índice6 se contempla la perfecta estructura del libro en líneas temáticas que, aunque relacionadas, persiguen una pauta explicativa y didáctica. Hay primero un capítulo dedicado a la Casa de Justicia de Jerusalén [Beth Hamishpath]7 que, aparte de la mera descripción del escenario donde se celebraría el juicio, no se priva de una crítica irónica a un proceso "arreglado" desde un principio como un gran espectáculo ante el mundo. Sigue con una descripción biográfica y psicológica del acusado (Adolf Eichmann)8 para, en el siguiente capítulo, entrar más en detalle sobre los cargos que desempeñó dentro de la maquinaria de exterminio nacional-socialista: era un "experto" en la cuestión judía9. Pero Arendt huye del camino fácil y de las generalizaciones, así que, apoyándose en abundante documentación a la que también se refiere en las "fuentes" del final, detalla histórica y sistemáticamente las fases por las que pasó la burocracia nazi hasta llegar a la llamada "solución final": expulsión10, concentración11 y, por último, asesinato en masa de los judíos12. Un capítulo está por supuesto dedicado a la Conferencia de Wannsee13, que se celebraría a orillas del río Havel (Berlín) en enero de 1942. Fue quizás el punto culminante en la adopción de la Solución Final ansiada por Hitler, pero la referencia a esta conferencia es sobre todo para dilucidar el papel puramente protocolario que desempeñó en ella Adolf Eichmann. Hannah Arendt vuelve una y otra vez sobre la personalidad de este burócrata nazi para revelarnos que apenas se le consideraba a la hora de tomar decisiones, pero sí para poner en marcha los resortes administrativos que las llevaran a efecto. Era, en ese sentido y en otro, un funcionario eficiente y ambicioso que colaboraba con entusiasmo para ejecutar los planes de sus jefes. Era también "el experto" en cuestiones judías, no lo olvidemos.

Arendt, después de dejar a Eichmann "lavándose las manos" como Poncio Pilatos —y es curiosa la alusión al Nuevo Testamento que aparecerá más de una vez en el libro; no olvidemos que la filósofa pertenecía a la corriente del judaísmo secular—, nos habla en el siguiente capítulo de los "Deberes de un ciudadano celoso de la ley"14. Hannah Arendt comienza este capítulo con un acerado comentario al "ultrajante" [outrageous] atrevimiento de Eichmann, que pretende invocar al filósofo Kant como justificante de sus actos. Conviene aclarar aquí lo que la misma Hannah Arendt hace en este capítulo, es decir, que la máxima kantiana expuesta en la Crítica de la Razón Práctica de "actúa de tal manera que el principio que guía tus acciones pudiera convertirse en ley universal", la distorsiona Eichmann para identificar "el principio que guía sus acciones" con la ley emitida por los legisladores, en este caso del Tercer Reich. Arendt precisa que la idea del "imperativo categórico" kantiano es justamente lo contrario, "que cada hombre debería ser un legislador en el momento que empieza a actuar: que utilizando su 'razón práctica' uno mismo encuentra los principios que podrían o deberían ser los mismos que rigen la ley". En la entrevista con Joachim Fest de 196415, Arendt vuelve sobre este motivo en la conducta de Eichmann y llega a decir que "Según Kant, ningún hombre tiene el derecho de obedecer"16, lo que ha sido repetidamente malinterpretado y difundido bajo el conocido eslogan "Nadie tiene derecho a obedecer", pero lo que en realidad quiere decir es que nadie puede justificarse obedeciendo por encima de otras consideraciones. Otra precisión esclarecedora al respecto concierne al carácter de los alemanes o, en este caso, algo que es típicamente alemán. Según la filósofa —ella misma nacida y educada en Alemania—, en este país una persona "respetuosa de la ley" no solamente la obedece, sino que, en su celo, actúa como si fuera el legislador de las leyes que obedece...17 Con lo cual tenemos una confusión evidente del principio kantiano que se da en el común de la población y que, en este caso, se arroga la figura oportunista, pero de pocas luces, de Adolf Eichmann.

La labor de Arendt es ciertamente exhaustiva y sin concesiones, porque en los siguientes capítulos se lanza a describir las deportaciones en las diferentes áreas del Reich conquistado por los alemanes: empieza por la misma Alemania, Austria y el Protectorado de Bohemia y Moravia18, sigue con las deportaciones en Europa occidental (Francia, Bélgica, Holanda, Dinamarca e Italia)19, continúa por los Balcanes (Yugoslavia, Bulgaria, Grecia y Rumanía)20 y, por último, las deportaciones desde "Europa central" (Hungría y Eslovaquia)21. Arendt especifica siempre que había categorías entre los judíos deportados22 y que, en general, cuanto más "hacia el este" y menos peso en la categoría social (o económica) tuvieran estos, peor se los trataba, a lo que no fue ajeno el Judenrat23 que negoció con los nazis el mejor trato a ciertos ciudadanos judíos de prestigio o dinero24. El capítulo 13 —Los centros de muerte en el este25— es quizás el más crudo de todos por la sobria descripción que hace Hannah Arendt, basándose en la documentación a su alcance, para tratar de dilucidar la parte real de responsabilidad que le cupiera a Eichmann de estos asesinatos en masa.

Revisión y corrección de estilo: Francisco Rodríguez Criado

Sobre ello y otras cosas hablaremos más adelante, en los siguientes artículos de la serie.


1 Arendt, H. Eichmann in Jerusalem. A Report on the Banality of Evil. Viking Press 1963

2 "Acknowledgments, Sources, and Bibliography" in: Arendt, H. Eichmann in Jerusalem.
Faber & Faber 1963, p. 259

3 Mommsen, H. "Hannah Arendt und der Prozeß gegen Adolf Eichmann" in: Arendt, H. Eichmann in Jerusalem. Ein Bericht von der Banalität des Bösen. Reclam, 1990, s. 5-48

4 En abril de 1961 se abría el proceso contra Eichmann en Jerusalén.

5 El 13 de agosto de 1961

6 Contents. A partir de ahora utilizaré la edición en inglés de Faber & Faber en 1963, Eichmann in Jerusalem, para todas las referencias a este libro.

7 "The House of Justice" in: Arendt, H. Eichmann in Jerusalem. Faber & Faber 1963, p. 1-17

8 "The Accused" Arendt, H. Ibd. p. 18-31

9 "An Expert on the Jewish Question" Arendt, H. Ibd. p. 32-50

10 "The First Solution: Expulsion" Arendt, H. Ibd. p. 51-62

11 "The Second Solution: Concentration" Arendt, H. Ibd. p. 63-77

12 "The Final Solution: Killing" Arendt, H. Ibd. p. 78-98

13 "The Wansee Conference, or Pontius Pilate" Arendt, H. Ibd. p. 99-119

14 "Duties of a Law-Abiding Citizen" Arendt, H. Ibd. p. 120-134

15 Arendt, H. Fest, J. "Die Rundfunksendung vom 9. November 1964" en: Eichmann war von empörender Dummheit. Gespräche und Briefe. Piper 2011, p. 36-60

16 "Kein Mensch hat bei Kant das Recht zu gehorchen". Arendt, H. Fest, J. Ibd. p. 44 (para la traducción de esta frase tan críptica, me he apoyado en la versión española de La promesa de la política, editorial Paidós 2008)

17 Arendt, H. Eichmann in Jerusalem. Faber & Faber 1963, p. 122

18 "Deportations from the Reich: Germany, Austria, and the Protectorate" Arendt, H. Ibd. p. 135-145

19 "Deportations from Western Europe: France, Belgium, Holland, Denmark, Italy" Arendt, H. Ibd. p. 146-162

20 "Deportations from the Balkans: Yugoslavia, Bulgaria, Greece, Rumania" Arendt, H. Ibd. p. 163-175

21 "Deportations from Central Europe: Hungary and Slovakia" Arendt, H. Ibd. p. 176-187

22 Genial el colofón de este capítulo en el que Arendt critica la noción de judíos "prominent" por encima de otros más humildes. Arendt, H. Ibd. p. 119

23 Se trata de un Consejo Judío impuesto por los nazis en los territorios ocupados. Arendt, H. Ibd. p. 178-181

24 Arendt, H. Ibd. p. 106-107

25 "The Killing Centers in the East" Arendt, H. Ibd. p. 188-199

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