Venecia conjuga los dos ingredientes que necesitaba Eva García Sáenz de Urturi para la quinta entrega de una saga que arrancó en 2016. Por un lado, la ciudad de los canales esconde leyendas relacionadas con ángeles, diablos, mortinatos y almas perdidas; por otro, ha sido y es referencia en el arte y muy propicia para una trama de falsificadores. Paseamos por Venecia con la autora, conociendo cada uno de los rincones que le han servido de inspiración para El ángel de la ciudad (Planeta).

En este libro, el lector descubrirá que cada uno de los puentes que aguantan estoicos el trasiego diario de turistas esconden oscuras historias relacionadas con los diablos. "Me interesaba mucho meter esa fabulación que va con el carácter de los venecianos y enseñar una Venecia que la gente no conociese. Toda esa bibliografía que encontré y mis charlas con libreros han sido muy interesantes", explica.
Una de las leyendas más sobrecogedoras tiene al famoso puente Rialto como protagonista. "Se dice que su arquitecto, Antonio da Ponte, pactó con el diablo que le dejaste terminar su construcción a cambio de que le entregase la primera alma que pasase por él", recuerda la autora. "El arquitecto estaba muy preocupado y compró un gallo para hacerlo pasar por allí y que no muriese ninguna persona. Pero el diablo se adelantó, fue a casa del arquitecto y le dijo a su mujer embarazada que su marido le esperaba al otro lado del puente. Ella fue el primer ser vivo que cruzó y el diablo se llevó el alma del niño. Dicen los venecianos que bajo el puente, cuando ya se han ido todos los turistas, se oyen los lloros de un bebé. Y que, incluso, un gondolero atormentado por ese llanto, se suicidó para que el diablo soltase el alma del niño a cambio de la suya", continua Sáenz de Urturi. "Concuerda con el afán protector de los venecianos y esta novela es un contraste entre el diablo y los ángeles protectores".
Precisamente, la escritora toma prestado para el título del libro el nombre de una escultura que recibe a los visitantes en el museo Peggy Guggenheim. "Es un jinete a caballo en bronce con un enorme falo erecto, que antiguamente se desenroscaba y se enroscaba, aunque hoy en día está pegado. Peggy, debido a su carácter provocador, ponía el falo cuando pasaban las monjas para que hablasen de ella y lo quitaba cuando venía algún coleccionista más conservador".
Esa galería es uno de los escenarios principales de la novela, con ese ángel protector que cuida del Gran Canal y sirve de excusa para hablar de su fundadora: "La vida de Peggy es muy curiosa. Heredó una de las mayores fortunas de la época tras la muerte de su padre en el Titanic. Se enamoró de Venecia y compró bastante arte que no querían en ese momento los grandes museos, de vanguardistas, de Dalí o Pollock".
Dalí y los niños muertos
Aficionada a la pintura desde niña, como Ítaca, uno de los personajes de la novela, Eva García Sáenz de Urturi ha hilado en la trama una anécdota que conoció hace décadas sobre Dalí y su obsesión por El ángelus de Millet, del que el artista de Cadaqués hizo hasta ocho versiones.
"Es un cuadro en el que hay dos campesinos y en el centro de la composición un cesto de frutas. Dalí no comprendía por qué le obsesionaba y descubrió que en un principio había un pequeño ataúd en lugar de frutas. No era un ángelus, los campesinos celebraban un entierro. Era un mortinato. Lo más interesante es que Dalí tenía obsesión por los niños muertos. Tenía un hermano que murió con 5 o 6 años que se llamaba exactamente igual, Salvador Dalí. Un día su padre, al llevarlo a la tumba de este hijo, le dijo ‘tú eres una copia’. Eso le torturó toda la vida y le provocó muchas crisis de identidad".
Otra vez Kraken
La vitoriana es una de las escritoras más aclamadas de nuestro país y cuenta con tres millones de lectores en todo el mundo. El ángel de la ciudad es la quinta entrega protagonizada por el inspector Kraken, el personaje que dio inicio a la saga de La ciudad blanca con El silencio de la ciudad blanca, Los ritos del agua, Los señores del tiempo y El Libro Negro de las Horas.
La trama arranca con un incendio en un palacio veneciano en el que se celebra un encuentro de la Liga de Libreros Anticuarios. Los cuerpos de los invitados, todos conocidos de Kraken, no aparecen entre los escombros. Mientras, en Vitoria, la inspectora Estíbaliz investiga un caso que puede tener las claves del atraco que acabó con la vida del padre de Kraken.


