

Hombre discreto en los distintos cargos en la administración pública que ha ocupado, como escritor, una profesión vocacional a la que se entregó hace ya nueve novelas, disfruta en todas sus vertientes, desde la relación con los medios de comunicación a los encuentros con los lectores. Fernando Benzo (1965), ex secretario de Estado de Cultura y actual Director General de Deportes de la Comunidad de Madrid, publica Los perseguidos (Planeta), galardonada con el Premio Azorín, una ambiciosa obra, difícil de etiquetar, que se sustenta sobre temas de gran calado: "es una novela de acción y aventuras, pero también una novela negra y policiaca que retrata unas décadas de la historia de España y los distintos fenómenos criminales que ha habido. Además, es una novela sobre la corrupción institucionalizada que puede existir en la sociedad española".
Estructurada en dos líneas temporales, en el pasado nos habla de unos chicos de un barrio marginal de Madrid, unos quinquis de los 70 "sin miedo ni destino", que se embarcan en una espiral de delincuencia sin excusas para dejar atrás. Más de treinta años después, la novela nos lleva a la actualidad con Daniela, una periodista de treinta y tantos, que quiere levantar un asunto turbio de las cloacas del Estado que relaciona al ministro del Interior con una banda criminal.
"Pretendía contar la historia de unos villanos y cómo van avanzando a lo largo de su historia personal, de ser atracadores de barrio a líderes del crimen internacional. Con ellos expongo distintos fenómenos de delincuencia: esos macarras de los 70, el auge de la droga en los 80, la llegada de las bandas del Este en los 90, la corrupción política y la corrupción policial", cuenta el autor a Libertad Digital.
Es inevitable fantasear con que Benzo, con larga trayectoria en distintos cargos políticos, ha basado alguno de los personajes corruptos que conforman el plantel de Los Perseguidos en colegas de profesión de carne y hueso, aunque lo niega categóricamente. "Conozco a la clase política y los mecanismos de la administración, es un mundo en el que me muevo muy cómodo para narrar. No tiene sentido negar que la corrupción política es un hecho en nuestro país, pero, al mismo tiempo, los políticos que he yo conocido son muy trabajadores y honrados".
"El problema es que unos pocos políticos corruptos destrozan la imagen y la credibilidad de una masa de personas honradas. Igual en el deporte y está de actualidad con el tema de los árbitros. El daño que causan los que se desvían del camino correcto es tan enorme que acaba alcanzando a quien no tiene nada que ver. Ese es uno de los dramas de la corrupción, como ensucia, con su capacidad expansiva, haciendo que el conjunto de la sociedad pierda la confianza", añade el escritor.
La novela ejemplariza bastante bien como pueden llegar a ser las turbias relaciones de la cúpula política y los estamentos más indeseables: "Las cloacas del Estado son reflejo de una política sin escrúpulos regida por el único principio de la ambición. Cuando lo único que te orienta es la ambición, acabas sobrepasando todos los límites y las normas. La ambición es perfectamente legítima, pero encauzada en unos límites morales y legales".
Fernando Benzo expone en la novela una sucia maniobra que no le consta "pero que es posible" de un político que solo tiene como objetivo "su propio poder personal y para conseguirlo está dispuesto a entrar en negociaciones con un mafioso serbio". ¿Se basó en alguien real para perfilarlo? "No me vas a pillar", bromea.
Aquellos quinquis de los 70
Hubo un tiempo en el que la heroína atrapó a una generación que se quedó por el camino. "Yo he recorrido mi propia peripecia cronológica. No tengo nada que ver con los personajes, pero los miembros de esta banda de atracadores tienen mi edad. Está ahí mi memoria emocional", comenta Benzo, que ubica en San Blas (Madrid) el origen de esos muchachos, "hoy un barrio residencial deseable para vivir, sin nada que ver con el de entonces, que indica cuanto hemos progresado como sociedad". "Los personajes de mi novela no son del todo representativos porque su destino natural era acabar en prisión desde jóvenes, muertos por sobredosis o en un descampado con un navajazo. Ese es el destino que les persigue, de ahí el título de la novela".
Los perseguidos tiene un punto de denuncia social. "Huyen de un destino preestablecido, que es una condena. En el San Blas de los 70, había grupos de adolescentes pululando por las calles, no hacían nada, no iban al colegio y no tenían padres que se preocuparan. Esos chicos estaban marcados por su origen".
Benzo se ha sumergido en la hemeroteca para describir esa llegada de las bandas criminales internacionales a España. "Las historias más extravagantes son reales", desvela. "Yo no juzgo a los personajes ni los mitifico. Cuento sus historias, sus crímenes, sus amores. El asesino no lo es las 24 horas del día. No quiero que todos los lectores saquen la misma conclusión, me apetece que provoque distintas reacciones".
Fernando Benzo compagina la literatura y la política "madrugando mucho" y reconoce que le "produce vértigo y ansiedad" que los libros tengan un ciclo vital tan estrecho, que "la novedad de abril sea viejísima en junio". Su trayectoria literaria comenzó a los veintitrés años, cuando recibió el Premio Castilla-La Mancha por su primera obra, Los años felices. Otros de sus títulos son Nunca fuimos héroes (2020) y Los viajeros de la Vía Láctea (2021).

