
La inversión en Defensa de España ha vuelto a situarse en el centro de la atención mediática tras la toma de posesión del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Durante sus primeras horas de mandato, el líder estadounidense fue preguntado por la poca inversión de países aliados como Francia o España, a lo que respondió irónicamente preguntándose si España se había convertido en un país BRICS.
La ministra portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, fue preguntada por los periodistas sobre este hecho en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros y dio una curiosa respuesta: "Si hablamos del porcentaje de inversión, España en este momento es el octavo país contribuyente del total de 32 países que estamos dentro de la OTAN. Por tanto, vamos a seguir con ese compromiso que llevamos mostrando con solidez desde hace más de cuatro décadas".
El presidente de Estados Unidos estaba censurando que países como España no cumpliesen con el compromiso adquirido en la cumbre de Cardiff (Reino Unido) de 2014 de invertir el 2 por ciento de su PIB en materia de Defensa para fortalecer sus propias fuerzas armadas. La ministra reaccionaba dando la cifra que aporta nuestro país al presupuesto de funcionamiento ordinario de la OTAN, una cifra que no está en cuestión y que lleva a confusión.
De hecho, crear confusión era la estrategia del Gobierno, a tenor de que se emplease un dato para salir al paso totalmente irrelevante y que no genera ningún tipo de debate o discusión en el seno de la OTAN. La organización supranacional tiene dos vías de financiación. La pactada de inicio para sus gastos ordinarios es la denominada como financiación directa. La aportación de cada país se decide cada tantos años y se hace en función de su PIB.
En los últimos años, el reparto de porcentajes para sufragar esos gastos ordinarios se ha revisado más de lo normal debido a la entrada de dos nuevos países: Finlandia y Suecia. El último acuerdo cerrado, que está vigente desde el 7 de marzo de 2024 y lo estará hasta el 31 de diciembre de 2025, sitúa a España como el séptimo contribuyente, con un porcentaje del 5,8211 por ciento del presupuesto ordinario de la OTAN.
Por encima de España están, en aportación a ese presupuesto ordinario, Estados Unidos (15,8813 por ciento), Alemania (15,8813 por ciento), Reino Unido (10,9626 por ciento), Francia (10,1940 por ciento), Canadá (6,6840 por ciento) e Italia (8,5324 por ciento). Inmediatamente después de España están Turquía (4,5927 por ciento), Países Bajos (3,3528 por ciento) o Polonia (3,3528 por ciento).
La otra vía de financiación de la OTAN es la denominada financiación indirecta, que realiza cada país a través de su participación en los distintos despliegues militares que se hacen bajo bandera de la Alianza. Ahora mismo, se pueden destacar las rotaciones en las agrupaciones navales permanentes en los mares del norte y sur de Europa o en los despliegues militares en el denominado muro anti-Rusia de la OTAN.
La tensión entre países aliados está en lo destinado a reforzarse cada uno militarmente, para que puedan defenderse a ellos mismos y a todos de forma colectiva. Es ese compromiso, el de la inversión mínima del 2 por ciento del PIB en Defensa, el que provoca las críticas de Donald Trump a España, que pese a que este año debería estar invirtiendo esa cantidad, se encuentra todavía muy lejos.
La realidad en la OTAN es que en 2023 sólo once países aliados de los 31 con presupuesto militar –Islandia no tiene fuerzas armadas– cumplieron con el mínimo del 2 por ciento. España, que tradicionalmente ha ocupado los últimos puestos en cuanto a inversión en sus Fuerzas Armadas, aparecía como el antepenúltimo de los socios con un porcentaje de inversión del 1,24 por ciento del PIB.
La proyección para 2024, que la OTAN hizo hace unos meses y cuyos resultados oficiales no se conocerán hasta dentro de un par de meses, decía que ese año, en el que todos debían llegar al 2 por ciento según se pactó en Cardiff, 23 de los 31 países iban a cumplir. España aparecía como el país aliado con menos porcentaje de inversión en Defensa, que se quedaba en el 1,29 por ciento de su PIB.
Un histórico reciente de mentiras
Que el Gobierno haga trampas o utilice la mentira para referirse a su inversión en Defensa es algo que se ha convertido en habitual desde que se produjo la invasión rusa de Ucrania, momento en el que los países han tenido que justificar qué capacidad de ayuda tenían para Ucrania, cómo se encontraban las capacidades de sus propias fuerzas armadas o por qué llevaban décadas reduciendo su inversión en Defensa.
Hasta ahora las mentiras siempre habían salido de la boca de Pedro Sánchez y no de la ministra portavoz. A mediados de marzo de 2022, apenas tres semanas después de que Rusia atacase Ucrania, dijo en una entrevista en La Sexta que cuando él llegó a la Moncloa en el año 2018 se invertía el 1,25 por ciento del PIB en Defensa y que "actualmente" ese porcentaje se había elevado hasta el 1,44 por ciento del PIB.
La realidad es que el año 2018 en el que Pedro Sánchez llegó a La Moncloa la OTAN situó la inversión española en Defensa en el 0,91 por ciento del PIB, muy por debajo de ese 1,25 por ciento. Los datos de la OTAN sobre los años 2021 y 2022 cifraron la inversión española en Defensa en el 1,02 por ciento y el 1,1 por ciento del PIB, cifras muy lejanas del 1,44 por ciento del PIB que dijo Pedro Sánchez.
Curiosamente, unos días antes había dicho en TVE que España alcanzaría el 1,22 por ciento del PIB en Defensa para el año 2024, una cifra que según lo dicho en La Sexta ya se invertía cuando él llegó al Palacio de La Moncloa y que estaba muy por debajo del 1,44 por ciento que dijo en La Sexta que ya se estaba invirtiendo en marzo de 2022.