El Real Madrid acumula ya cuatro años sin títulos. El último fue el de la Liga ACB que conquistó en la temporada 2006/07, cuando los blancos derrotaron al Barcelona en la final (3-1). Peor es la sequía en la Copa del Rey, que no ganan desde 1993, y en la Copa de Europa, cuyo último título fue el que conquistaron en 1995 en Zaragoza, al imponerse en la final (73-61) al Olympiacos griego.
Este año, la clasificación para la Final Four de Barcelona y la presencia en la final de la Copa del Rey ante los azulgrana son las únicas notas positivas para el Real Madrid, aunque ambas experiencias finalizaron siendo traumáticas.
La temporada comenzó mal y ha terminado peor. La llegada de Juan Carlos Sánchez como nuevo responsable de la sección, en la pretemporada, y la salida del director deportivo Antonio Maceiras, poco después, junto con el intento de dimisión del entrenador Ettore Messina porque el club no atendía sus peticiones, fueron el caldo de cultivo de la debacle que se ha producido.
La plantilla sufrió otro vuelco con las llegadas de Clay Tucker, Sergio Rodríguez, Nicola Mirotic, D'Or Fischer y Carlos Suárez. Y las salidas de Rimantas Kaukenas, Darjus Lavrinovic, Louis Bullock, Marko Jaric, Tomas van den Spiegel y Morris Almond. Messina comunicó a Jorge Garbajosa que no contaba con él y que se buscara equipo, aunque luego se vio obligado a dar marcha atrás por órdenes de la dirección del club. Y sobre Felipe Reyes también planearon serios nubarrones desde la dirección técnica. Con el comienzo de la temporada pareció que las aguas se calmaban, pero la salida del equipo de Garba, en el mes de enero, para hacer hueco a Mirza Begic, que al final ha jugado nada o casi nada, volvieron a enturbiar mucho el ambiente en la casa blanca.
La dimisión de Messina el 4 de marzo fue otro suceso en un equipo en el que ya cada uno iba por su lado, con Sergi Vidal y Novica Velickovic –gran candidato a ser el próximo Jugador Más Valioso (MVP) de la Euroliga si se confirma su fichaje por el Panathinaikos–, olvidados en el banquillo, con Sergio Rodríguez perdido y con Sergio Llull, Felipe Reyes, Carlos Suárez y Nicola Mirotic, una grata sorpresa, como únicos abanderados del equipo.
Tras este nuevo mazazo, la plantilla se conjuró para intentar llegar a la Final Four y salvar la temporada y, ayudada por los cruces después de no pocos problemas, lo consiguió a costa del Power Electronics Valencia. Pero el equipo sufrió un nuevo batacazo de dimensiones catastróficas en Barcelona. Maccabi de Tel Aviv y Montepaschi Siena pusieron a los blancos en su verdadero nivel: un escalón o dos por debajo de los mejores del continente.
Aquí se acabó el equipo y la conjura. Y cada uno volvió a ir por su lado. Ante el Fuenlabrada, en cuartos de final de los play-offs de la ACB, se maquilló todo por la victoria. Pero ante el Bizkaia Bilbao Basket salieron a relucir todas las tiranteces y defectos de una plantilla donde el carácter, la actitud y, en algunos casos, hasta la profesionalidad han brillado por su ausencia.
El técnico Lele Molin, que pareció conectar con la plantilla en los primeros días tras la salida de Messina, perdió sintonía con los jugadores. Velickovic, Vidal y Begic se convirtieron en espectadores de lujo en el banquillo. Mirotic dejó su sitio a Reyes en la pista. Carlos Suárez fue de más a menos. Llull y Sergio Rodríguez intentaban correr y Pablo Prigioni parar el juego del equipo. Tucker, Fischer y Tomic tampoco ayudaron.
Todo apunta a que Molin, Prigioni, Tucker, Vidal, Velickovic y Begic van a abandonar el equipo en verano y, de confirmarse, el Real Madrid deberá fichar a un entrenador, un base, dos aleros, un ala-pívot y un pívot. Es decir, la espantada obligará al club presidido por Florentino Pérez a crear un nuevo proyecto para la sección de baloncesto, a empezar de cero. A darle a una afición que sueñe otra vez, años después, con tener un equipo ganador en España y Europa.