El partido de Copa en Mestalla no será fácil de olvidar para Leo Messi. A pesar de que el Barcelona comenzó perdiendo y acabó logrando un empate, el equipo de Guardiola pudo haber remontando el duelo si el crack argentino no hubiese fallado un penalti cometido sobre Thiago. Enfrente estaba Diego Alves, el parapenaltis de la Liga, y la suerte cayó del lado del portero valencianista.
Al acabar el encuentro, Messi estaba hundido. Su entorno más cercano comentó al día siguiente que fue una de las noches que peor han visto al jugador tras acabar un partido. La cara del jugador durante el viaje de vuelta lo decía todo. Estaba sin estar. Su mirada perdida era un claro síntoma de que las cosas no le están saliendo bien. Con un gesto de preocupación parecía estar repasando mentalmente cada una de las jugadas ante el Valencia. Sobre todo, el penalti fallado. El azulgrana sabía que, de haber logrado el gol, colocaba a su equipo con pie y medio en la final.
Al día siguiente, la misma gente que comentaba lo mal que vio al argentino tras el partido, se sorprendieron mucho al ver lo bien que se había levantado. El jugador fue a entrenar, con ganas, como un día normal. Sus compañeros, durante la comida, tuvieron gestos de complicidad con el azulgrana. La plantilla sabe que lleva varios partidos sin marcar y ya no brilla como antes. Guardiola insiste en que Messi va a jugar siempre. Una de las causas del bajón de Leo Messi se debe a la cantidad de partidos que juega desde hace varios años. Dos partidos a la semana, siendo titular, y jugando los 90 minutos al máximo es mucho esfuerzo. Para Messi, nombrado mejor jugador del mundo en diciembre, no hay descanso posible y aprovechará el partido ante la Real Sociedad para demostrarlo.