Las estrellas de Florentino Pérez comienzan a brillar. Hacía casi medio siglo que no se cantaban una decena de goles en el Bernabéu y siete de ellos fueron blancos. El Real Madrid se dio un banquete ante el Sevilla y la goleada reflejada en el luminoso dejaba claro que el tridente conformado por Gareth Bale, Karim Benzema y Cristiano Ronaldo tiene mucho por decir. Fueron tres fieras. Carlo Ancelotti, tras el chasco del clásico, ha encontrado su fórmula. Este trío ofensivo suma 18 goles en Liga.
Bale, al que muchos ya veían al borde de la jubilación por sus protrusiones discales, bordó un partido en el que, además de sumar doblete, dio dos asistencias de gol. Abrió la lata en el Bernabéu y demostró la velocidad e iniciativa que enamoraron a los seguidores del Tottenham y que le hicieron convertirse en el hombre de los cien millones.
Se lució por la banda derecha, sin problemas para entenderse con Cristiano y Benzema. Se buscaban al desmarque y a ambos les puso en bandeja el pase previo al gol en el cuarto y sexto tanto. "Esta noche todos han visto al real Gareth, con confianza y dejando fantásticas jugadas", anunció Ancelotti sobre el galés, que aguantó los noventa minutos de juego.
El segundo comensal de este festín blanco fue Benzema. El francés, cuestionado en la delantera, se puso el traje de estratega y se preocupó por no saltar al césped con la pólvora mojada. Mientras siente la respiración de Morata en el cogote dispuesto a quitarle su titularidad, Benzema sumó fortalezas al equipo y efectividad en la delantera. Sus tantos se los dedicó a Zinedine Zidane.
Respuesta a Blatter
Al mando del tridente, como no podía ser otro, el comandante. Cristiano firmó un hat-trick que le alzó en la quinta posición de máximos goleadores en Liga en la historia del Real Madrid. Lleva 158 tantos, dos más que Puskas, y se dispone a darle caza a Hugo Sánchez, que marcó 164. El luso está en plena forma y mantiene una media de más de un gol por partido. En esta temporada lleva 11 tantos en 11 choques ligueros e igualó a Diego Costa en la carrera hacia el pichichi, dejando atrás a Messi, que se acerca a su peor racha anotadora con el Barcelona.
Esta fue su mejor réplica a Blatter. El delantero cargó de ironía la celebración de su primer gol de la noche y simuló un saludo militar. El Bernabéu se cubrió de pancartas de apoyo al portugués, ovacionado en varias ocasiones.