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El día que Iago Aspas se hizo mayor

Se cumplen 9 años del debut de Iago Aspas en el fútbol profesional. Ese día, el de Moaña salvó al Celta de la desaparición.

Se cumplen 9 años del debut de Iago Aspas en el fútbol profesional. Ese día, el de Moaña salvó al Celta de la desaparición.
Hace 9 años en su debut Iago Aspas salvó al equipo de sus amores | EFE

En plena recta final para el comienzo del Mundial de Rusia, el debate en España sobre quien debe ser el 9 titular de la selección sigue encima de la mesa. Tres son los candidatos: Diego Costa, Iago Aspas y Rodrigo Moreno.

Lopetegui, que parece inclinarse por Diego Costa, tiene buen material donde elegir. El delantero del Atlético aporta cosas distintas al ADN de esta España. Pelea, fijar a los centrales, agresividad, bajar balones, generar segundas jugadas.

Rodrigo, que ha realizado una espectacular temporada con el Valencia, es un 9 mixto. Durante toda su carrera ha lucido más con un delantero al lado. Un 9 que le fije los centrales y el permita moverse por todo el frente del ataque, cayendo a banda, bajar al centro del campo a combinar... Sin embargo, en el amistoso que España jugó en Alemania, demostró que también puede lucir como única referencia arriba.

El artista forjado en la arena de la playa

El otro candidato es un chico desgarbado de Moaña, un pueblo de 20.000 habitantes. El lugar donde Iago Aspas es feliz. Junto a los suyos. Tomando un café, jugando la partida con sus amigos, dando un paseo o sentando en un banco. Un jugador distinto, de los que cada vez quedan menos. Forjado en la arena de la ría, en la comarca de Morrazo, donde de pequeño pasaba horas y horas jugando con sus amigos, es un futbolista de calle. Un escenario, la calle, que marca dentro y fuera del campo. Hoy en día el fútbol está tan profesionalizado que se ha perdido esa esencia de jugador de calle. Ahora todo son objetivos, tensión y desde benjamines, la obsesión por la táctica y la técnica es tal que no se permite desarrollar el talento natural.

Iago Aspas, que siempre juega para divertirse y eso se nota en cada acción, es pillo, con una tremenda calidad, una zurda mágica y una inteligencia táctica que vuelve locos a los defensas rivales -además de artista es perfeccionista: devora 10 partidos de fútbol a la semana, da igual la liga o la categoría, está enamorado del fútbol-. Su movilidad en los partidos es constante. Saca de sitio a los centrales, genera espacios para sus compañeros, es capaz de desequilibrar en el uno contra uno y encima, tiene instinto asesino. En las dos últimas temporadas ha sido el delantero español más goleador en La Liga con 19 y 22 chicharros.

Las estadísticas no solo le destacan en los últimos metros. Destapan todo lo que genera para su equipo.

Los inicios de Aspas en el Celta ya indicaban lo diferente que era al resto. Entró en el equipo de sus amores haciendo trampas. Los olívicos solo fichaban jugadores mayores de 9 años. Iago acudió a hacer las pruebas cuando solo tenía 8. Cuando se descubrió la treta, ya no había marcha atrás. Dejó tan prendados a los responsables de la cantera del Celta, en aquel momento dirigida por Javier Maté, hoy director deportivo del Coruxo, que con Aspas hicieron una excepción.

Una de las características del de Moaña es su tremendo carácter. Puro nervio, ha tenido que ir controlando sus impulsos. En juveniles fue cedido un año al Rápido de Bouzas para templar sus ánimos, caldeados por su suplencia. Volvió más hecho.

Una de las figuras más importantes en la carrera de Iago fue Eusebio Sacristán. El técnico de La Seca le dio la alternativa tal día como hoy, un 6 de junio, hace 9 años. Un día en el que el Celta se jugaba su supervivencia. Acuciado por las deudas, el partido ante el Deportivo Alavés en Balaídos era dramático. Si perdían los olívicos, el descenso y la más que probable desaparición, era una opción demasiado real.

Con 0-0 en el marcador, saltó al campo para, primero poner el 1-0, y en el último segundo de partido, marcar el definitivo 2-1 que llevó el delirio a la grada. ¡En su debut salvaba al equipo de su vida!

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Fueron los inicios de un delantero que fuera de Moaña no consiguió triunfar. Ni en Liverpool, ni en el Pizjuán. Necesita su entorno para exprimir su fantasía. Y es que Aspas es una especie en extinción.

Por estilo de juego -a los de Lopetegui les viene como a un guante su movilidad como referencia en punta, su facilidad para asociarse y generar espacios, su capacidad para desequilibrar defensas cerradas con su uno contra uno-, y por números, él debería ser el 9 de España en Rusia.

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