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Matemáticas para un sueño

Es difícil que alguna de esas tres se alce con el triunfo en una primera vuelta. Eso supondría obtener mayoría absoluta, al menos 49 votos de golpe.

Es difícil que alguna de esas tres se alce con el triunfo en una primera vuelta. Eso supondría obtener mayoría absoluta, al menos 49 votos de golpe.
Botella, Wert, Blanco y Carballeda, en rueda de prensa. | EFE

Los sueños también se miden en números, son cuantificables. Es el siguiente paso, el último, que le queda a Madrid para alcanzar el laurel de los Juegos Olímpicos de 2020. Toda la delegación española que ha viajado hasta Buenos Aires sabe muy bien que la capital de España ha superado con creces las expectativas. Ellos y también los miembros del COI, aunque sus mentes son insondables y nadie acierta a intuir qué pasa por ellas cuando tienen que emitir el voto final. Madrid ha trabajado mucho para la cita de este sábado. No sólo ahora, sino también para 2012 y para 2016. En aquellas dos ocasiones, la ciudad que ahora gobierna Ana Botella se quedó a las puertas y con el sabor amargo de que Madrid, como capital de Estado, merecía unos Juegos.

En el sprint final, hay que contener la emoción, serenar la euforia y apaciguar el ánimo. Lo ha repetido por activa y por pasiva Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español. Lo cree Ana Botella, que aspira a ser alcaldesa olímpica con una candidatura austera, al 80 por ciento, con casi todas las infraestructuras ya en pie sobre la capital y con el respaldo de más de 80.000 voluntarios y un apoyo popular que supera el 90 por ciento entre los españoles.

¿Qué más pueden querer los 103 miembros que componen el COI? Es una pregunta con suspense, una cuestión que el sábado veremos despejada después de que Estambul, Tokio y, en último lugar, Madrid pongan sus mejores cartas sobre la mesa con las presentaciones de sus candidaturas. Cada una tiene una hora y diez minutos para convencer. Setenta minutos envueltos en cuatro vídeos, varios discursos y algunas preguntas finales. La capital de España promete emocionarnos y llenar nuestras retinas de contenido espectacular.

La delegación española que estos días vive, duerme, reflexiona y siente emoción en Buenos Aires sólo tiene ojos para Madrid. Saben que esta vez sí, que en esta ocasión Madrid tendrá sus Juegos, que es la tercera vez y que, como el dicho, es la vencida. Pero hay que ser "moderadamente optimistas" y así lo piensa, por ejemplo, Cayetano Martínez de Irujo, que ha venido a la capital argentina como presidente de la Asociación de Deportistas Españoles. Confianza en el proyecto de Madrid que también tiene la nadadora paralímpica Teresa Perales. Ella mejor que nadie sabe lo que es tratar de levantarse cada día para superar retos.

Parecía lejano, pero el día de la decisión final ya está aquí. La victoria de Madrid, o su derrota, está en las manos de 103 hombres que configuran 103 mundos independientes, 103 individualidades en un colectivo que, además, el martes elige a su papa olímpico, a la persona que debe dirigir los designios del COI en el futuro más inmediato. Jacques Rogge dejará la presidencia para dar paso a su relevo. Entre los presidenciables, el suizo Denis Oswald, el alemán Thomas Bach, el ucraniano Sergey Bubka, el puertorriqueño Richard Carrión o el miembro de Taipei, Ching-Kuo Wu.

Pero antes de que otro tome el testigo del Comité más exclusivo del deporte, hay que escoger entre tres ciudades que, de alguna u otra forma, han hecho sus deberes para llegar hasta Buenos Aires. Es difícil que alguna de esas tres se alce con el triunfo en una primera vuelta. Eso supondría obtener mayoría absoluta, al menos 49 votos de golpe (no votan los cinco miembros del COI que pertenecen a las tres ciudades candidatas en liza y Rogge se suele mantener neutral como presidente del movimiento olímpico).

El sueño olímpico es, al fin y al cabo, una cuestión de matemáticas. De esos números, y de todos los números hechos hasta esta meta con final en Puerto Madero, en el Hotel Hilton, saldrá la ciudad ganadora. De ellos podrá llegar el principio del fin para Madrid. El fin de su lucha olímpica o el principio de una carrera que, por tercera vez consecutiva, se queda de nuevo en la meta volante.

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