El secretario de Estado de la Seguridad Social, Octavio Granado, ha puesto sobre la mesa uno de los problemas de las Administraciones Públicas españolas. Se trata del incumplimiento de la jornada laboral por parte de muchos funcionarios, que sólo trabajan cuatro horas el día y dedican el resto del día a “tocarse las narices”, en palabras del propio Granado.
Las declaraciones han abierto una enorme polvareda en el seno del Ministerio de Trabajo, hasta el punto de que el titular del departamento, Celestino Corbacho, ha tenido que salir al paso de las críticas y, como siempre, ha decidido negar la mayor.
A su juicio las palabras de Granado son una mera “reflexión” que no debe generar debate alguno. El ministro descarta analizar la denuncia de la Seguridad Social, informa Europa Press.
Las palabras exactas del secretario de Estado de la Seguridad Social fueron las siguientes: "Hay puestos de trabajo cubiertos a jornada completa que en la práctica son parciales enmascarados (...) Contratamos para ocho horas sabiendo que van a estar cuatro tocándose las narices y luego cuatro trabajando, porque realmente el trabajo que necesitamos es de cuatro horas".
El ministro de Trabajo enmarcó estas declaraciones en una "reflexión del secretario de Estado" realizada "en un contexto muy amplio", pero negó que la Seguridad Social quiera reducir la jornada a estos funcionarios ni que sea una propuesta que se esté debatiendo en estos momentos en su ministerio.
"No forma parte de la agenda, son cursos de verano en los que cuando se hacen reflexiones no están encorsetadas a la agenda", aseveró Corbacho, que pidió que esas afirmaciones no se "sacaran de contexto".
El mercado laboral debe flexibilizarse
Aunque Granado no sólo criticó a los funcionarios, sino que también se enfrentó con el propio Corbacho al asegurar que por culpa de la falta de flexibilidad del mercado laboral "hay un millón y medio de personas que podrían trabajar y no trabajan". Y es que el ministro de Trabajo cree que el mercado de trabajo español ya es muy flexible.
Corbacho está equivocado, según demuestra el último estudio del Banco Mundial. España cuenta con uno de los mercados laborales más rígidos del planeta (puesto 160), por detrás de países tercermundistas como Zimbabue o Ghana.