La cotización del euro bate un nuevo récord frente al dólar

Tampoco surtieron efecto las palabras del secretario del Tesoro de EEUU, John Snow, quien ha insistido en Londres en que su país quiere un dólar fuerte, tras prometer que Washington reducirá el enorme déficit fiscal, una de las principales causas de la actual debilidad del billete verde.

Estas declaraciones se producen después de que el martes, en Bruselas, los ministros de Finanzas de la eurozona solicitaran a Washington que aplicase realmente una política de dólar fuerte y expresaran su preocupación por las repercusiones negativas que está teniendo la apreciación del dólar para la economía europea, ante todo para las empresas exportadoras.

El instituto emisor europeo se ha limitado hasta ahora a efectuar "intervenciones verbales" por medio de su presidente, Jean-Claude Trichet, quien dijo que "los movimientos brutales" en los mercados de divisas "no son bienvenidos", y de otros miembros del consejo de gobierno. El último en hablar en este sentido ha sido el gobernador del banco central irlandés, John Hurley, al indicar que las ganancias del euro amenazan con desacelerar la economía del área.

Las miradas están puestas ahora en la reunión de ministros de Finanzas y gobernadores centrales del G-20, grupo de países industrializados y emergentes que acapara el 90 por ciento de la economía mundial y que abordará este fin de semana la situación de los mercados de divisas. La relación euro-dólar y una mayor flexibilidad de los tipos de cambios de varias divisas asiáticas, especialmente del yuan chino, son cuestiones que, sin figurar en la agenda oficial, serán tratadas los días 20 y 21 en la capital germana.

Las tensiones políticas y las acusaciones mutuas y cruzadas se dejaban sentir este miércoles. Snow acusaba a Alemania y Francia, dos países que se han opuesto radicalmente a la guerra de Irak, de tener un crecimiento económico pobre, el más bajo de los siete países industrializados del G-7. En el caso de Alemania, el consejo de cinco sabios que asesora al Gobierno ha rebajado el crecimiento económico de la primera economía europea a un modesto 1,4 por ciento para 2005, frente al 1,7 por ciento que había previsto el Ejecutivo.