A pocos días de la declaración como imputada de la infanta Cristina, El País ha publicado un artículo del historiador Santos Juliá que insta a Don Juan Carlos a abdicar en favor de su hijo como solución a la erosión de la institución, que puede ser, dice, "imparable".
El artículo, publicado este domingo en la edición impresa del diario, alerta de una "pérdida a chorros de confianza" en la monarquía reflejada en los sondeos. Tras ensalzar el papel del monarca durante la Transición, el historiador, habitual colaborador de El País, avisa de que el estrecho vínculo entre la monarquía y "la persona del Rey" desde su origen puede provocar que "la pérdida de confianza en éste entrañe la masiva deslegitimación de aquélla". Insiste Juliá en que dicha pérdida de confianza podría "infligir una grave herida a la Monarquía" y elevar "hasta cotas impensables hace cinco años la opción por la república".
Tras las advertencias, llegan los consejos: el historiador llama a "tomar nota" de este "proceso" y sugiere que "tal vez haya llegado la hora de preparar la desvinculación de la persona con la institución". Dice Santos Juliá, tras afirmar que "lejos quedan los tiempos del origen divino del poder real", que hay monarquía en España "por una convención sellada hace 40 años" y que "no iría contra las esencias de esa institución" que el cargo se ejerciera "hasta una edad determinada por ley". Propone la de los 75 años: uno menos que los que tiene Don Juan Carlos.
El historiador se remonta a Carlos V y su retiro en Yuste antes de apuntar que "nada obliga a esperar la ceremonia" en la que el Rey "se echaba a morir entre negros crespones y el llanto de la corte". También pone como ejemplo al Papa Benedicto XVI, que "ahí está, tan contento con su retiro".
Se dirá, continúa, que hasta que la Constitución no lo establezca, "el Rey es dueño de su propia muerte". "Pero a poco que mire más allá", añade, "comprenderá los beneficios que para la institución, y de rechazo para la democracia, se derivarían de la transmisión en vida de la Corona".
Subraya Juliá que la renovación de la confianza en la institución podría llegar con un "nuevo titular" que emprendiera "a fondo la propia democratización interna" de la Casa del Rey, "que consiste en desvincular la institución de su propia persona". E insiste en el vaticinio del principio: "es muy posible que la desafección hacia la persona, convertida en hostilidad contra la institución, agudice en los próximos años la imparable erosión de la Monarquía".