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Escohotado, sobre Cataluña: "La CUP parece olvidar que el aparato estatal más feroz nació con Lenin"

El filósofo se pregunta si el ordenamiento español dejó de ser el titular legítimo de la violencia porque Puigdemont y la CUP lo decidieron.

El filósofo se pregunta si el ordenamiento español dejó de ser el titular legítimo de la violencia porque Puigdemont y la CUP lo decidieron.
Antonio Escohotado | David Alonso Rincón

Antonio Escohotado publica este martes en El Mundo un artículo titulado "La violencia legítima", en el que analiza cómo el presidente de la Generalidad, Carles Puigdemont, y los antisistema de la CUP han creado una "posverdad" para justificar una insurrección.

Al filósofo, le pareció "la última pusilanimidad de Rajoy pasarle la patata caliente de Cataluña al joven monarca, que por lo demás habló claro y firme, como esperaban las gentes de buena voluntad". "Sea como fuere –añade–, el paso se ha dado y sólo cabe esperar que el temor al qué dirán –por ejemplo autoridades como Assange, Maduro y Sánchez– no prolongue el paripé con una insurrección de pandereta, cuyos líderes rezan por algún derramamiento de sangre capaz de desdibujar lo esencial del asunto".

Escohotado dice que sólo Rivera "ha llamado a las cosas por su nombre, proponiendo volver a votar en Cataluña, con garantías y el escrúpulo" que la Generalidad "no estuvo dispuesta a observar", y recuerda que el PP "gobierna por abstención del PSOE, y no es descartable que la fractura interna se prolongue, sancionando una ingobernabilidad derivada de la fragmentación partidista".

El autor de Los enemigos del comercio señala que "la novedad que subraya la insurrección de algunos catalanes –lógicamente poco dispuestos a precisar su número en condiciones de propaganda electoral paritaria– es poner en duda la legitimidad del Estado como titular único de la violencia legítima. Troquelada en última instancia por Max Weber, esta fórmula es lo primero que aprende el estudiante de leyes, y en mi tiempo era algo tan evidente como que no llueve hacia arriba, y tampoco hay color sin extensión".

Continúa Escohotado: "El señor Puigdemont y sus inmediatos colaboradores aspiran a crear un nuevo Estado cuando siguen siendo representantes del antiguo, cuyas leyes se mantienen vigentes mientras no sean derogadas por otras o por el desuso. ¿Acaso el ordenamiento español dejó de ser el titular legítimo de la violencia porque ellos lo decidieron? La respuesta es sí, pues desde el día 1 de octubre el siempre áspero deber de reprimir y reparar los delitos les correspondería en exclusiva. Al igual que Marx, sus socios de la CUP vinculan la existencia del delito con la del propio Estado, cuando el relativismo posmoderno –otro fruto del 68, en la rama proclive a Brigadas Rojas– permite enarbolar la posverdad, cuya ventaja sobre el mero estado de cosas es ser independiente de él".

El filósofo concluye su texto apuntando que "esto ya lo sabían los zelotes judíos, pioneros del integrismo; pero a la CUP parece olvidársele que el más feroz de los aparatos estatales recordados nació con Lenin, y precisamente al amparo de pretender que el Estado desaparecería tras crear un 'oasis extraordinario'. Si no me equivoco, ni ellos ni el resto de los independentistas se tomaron el trabajo de precisar en qué se fundará el oasis catalán".

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