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¿Fue Esther López asesinada? La confusión se apodera del caso

A la espera de que se conozca la autopsia, los últimos datos parecen arrojar ciertas dudas sobre la principal hipótesis de la muerte.

A la espera de que se conozca la autopsia, los últimos datos parecen arrojar ciertas dudas sobre la principal hipótesis de la muerte.
Efectivos de la policía científica de la Guardia Civil en el lugar donde fue hallado el cuerpo. | EFE

La aparición del cadáver de Esther López, la joven desaparecida el pasado 12 de enero en Traspinedo (Valladolid) continúa rodeada de incógnitas. Las primeras hipótesis apuntaban a una muerte violenta, y así lo corrobora el hecho de que la Guardia Civil llegase a detener a un sospechoso -Ramón, "El manitas"-, que estuvo en los calabozos hasta seis días y que, a pesar de haber sido puesto en libertad, tiene prohibido salir de España y ha de comparecer diariamente ante la Benemérita.

Sin embargo, en las últimas horas, fuentes cercanas a la investigación piden prudencia, algo que ni siquiera parece haber tenido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que, tras asumir que trataba de un "asesinato machista", este domingo llegó a decir que las Fuerzas de Seguridad del Estado están trabajando para que sus autores "acaben donde tienen que acabar".

A pesar de dichas declaraciones, parece que los agentes que localizaron el cuerpo no vieron ningún signo de violencia a simple vista: ni heridas de bala, ni de arma blanca ni nada que, en una primera inspección ocular, pudiera sugerir un homicidio. La joven, sin embargo, apareció completamente vestida, incluso con el abrigo que llevaba el día de su desaparición, por lo que tampoco se descarta que, a posteriori, se haya encontrado algún indicio.

De hecho, según adelanta El Norte de Castilla, el primer informe forense apuntaría a la presencia de "signos de violencia compatibles con traumatismos sufridos antes de su fallecimiento". En todo caso, el mismo periódico reconoce que la autopsia no ha finalizado todavía y que "presumiblemente se prolongará hasta mañana para intentar confirmar con certeza la causa última de la muerte", ya que lo único que esto corrobora es que su muerte no fue natural, pero no determina si tuvo una naturaleza homicida o fue fruto de una caída o un golpe.

¿La zona ya había sido batida?

Las dudas suscitadas tras la aparición de la joven en una zona que, en un primer momento, se aseguró que ya había sido rastreada, reforzaban la teoría de la muerte violenta. Sin embargo, ahora también esto se pone en cuestión. "Exactamente en ese punto parece ser que no había una batida en concreto. Una de las zonas que se ha batido estaba muy próxima, estaba colindante, pero no era ese punto exacto", asegura el subdelegado del Gobierno en Valladolid, Emilio Álvarez.

Aun así, los amigos de la joven insisten en que se trata de un paso habitual de motos y ciclistas, por lo que dudan de que nadie viera a Esther hasta 24 días después de su desaparición. Es más, el propio testigo que avistó el cadáver asegura que llevaba días paseando por la misma zona y que no había visto nada que le llamara la atención, lo que añade más confusión al caso.

La importancia de los drones

Junto a la autopsia, los investigadores analizarán también las imágenes captadas tanto por las cámaras de seguridad que hay en la zona como por los drones que la han sobrevolado desde que comenzó la búsqueda de Esther. Se trata de una prueba clave que, en caso de haber grabado el lugar exacto donde apareció la joven, permitirá corroborar si su cuerpo ha sido colocado allí con posterioridad.

Los drones han sido fundamentales para desentrañar otros asesinatos, entre ellos, el del pequeño Gabriel. Ana Julia Quezada dijo haber encontrado una camiseta del niño mientras le buscaba junto a su padre. Sin embargo, los investigadores comprobaron que, antes de que ella diera la voz de alarma, no había nada en el lugar donde dijo haberla hallado.

Aunque Okdiario apunta este lunes que la ropa de la joven apareció limpia y seca -lo que no encajaría con haber pasado tantas noches a la intemperie con temperaturas de hasta 7 grados bajo cero-, los expertos lo ponen en duda: incluso aunque se tratase de una muerte natural, su ropa estaría impregnada por los propios fluidos corporales que se desencadenan tras un fallecimiento.

Las contradicciones de su amigo

Con todo, la confusión parece ser la nota dominante en una investigación en la que, al menos por ahora, parece haber más sombras que luces. En paralelo a todos estos detalles, siguen llamando la atención las numerosas contradicciones en las que incurrió Óscar, el último en ver a Esther antes de su desaparición. Lo único que siempre ha mantenido es que, en la madrugada del 12 al 13 de enero, la joven se bajó de su coche en el cruce de la N-122 en el que se encuentra el restaurante La Maña, a las afueras de Traspinedo. Sin embargo, ha ofrecido hasta tres versiones distintas de por qué la dejó en medio de la carretera.

Según la primera de ellas, la joven se enfadó porque quería seguir de fiesta y él quería irse a su casa a dormir. En una segunda toma de declaración, el sospechoso aseguró que se bajó en ese punto porque había quedado con alguien. Y esa es precisamente la explicación a la que se aferraron en un principio los investigadores, ya que muy cerca del cruce en cuestión se encuentra el chalet de Ramón, "El Manitas", un pequeño traficante de droga y viejo conocido de Esther. Su última versión es que, en realidad, su amiga le había dicho que iba en busca de Carlos, el otro amigo que viajaba con ellos y que se había bajado minutos antes en dirección a su casa.

Además, según La Sexta, Óscar no cogió el teléfono hasta las 18:00 horas del día siguiente, a pesar de que tenía numerosas llamadas y mensajes alertando de su desaparición. Los investigadores inspeccionaron su coche y no encontraron nada. Sin embargo, lo que llamó la atención de los agentes fue precisamente eso, que no había ni polvo en las alfombrillas, lo que indicaba que el vehículo podía haber sido limpiado previamente.

Tampoco hay que olvidar que la familia tardó cinco días en denunciar la desaparición de Esther a la Guardia Civil, ya que, según su padre, no era la primera vez que no volvía a casa. "Lo extraño era que no llamase", aclaró después. En caso de tratarse de un asesinato, ese tiempo pudo ser clave para que el autor de los hechos se deshiciera de las pruebas.

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