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Crímenes de Manzanares: ¿qué papel jugó el hermano de Juan Miguel Isla en su asesinato?

Francisco Isla ocultó durante meses un arma que le dio el presunto asesino tras la desaparición de su hermano y que entregó después de su detención.

Francisco Isla ocultó durante meses un arma que le dio el presunto asesino tras la desaparición de su hermano y que entregó después de su detención.
Pozo en el que se halló el cadáver de Juan Miguel Isla (Valdepeñas). | EFE

"No hay reparación posible", como dice la mujer de Juan Miguel Isla -Nardy-. El cuerpo de su marido fue hallado en el pozo de una finca de Valdepeñas casi ocho meses después de que el empresario desapareciera sin dejar rastro. El 14 de marzo de 2023, se hizo realidad la peor de sus pesadillas. Aunque ya hacía semanas que había perdido la esperanza de que lo encontraran con vida. La UCO le fue preparando para lo que -sabían- estaba por venir.

"Posiblemente nunca vuelva a ser la misma persona", asegura Nardy. Intenta aceptar todo lo que le ha pasado durante los últimos meses, pero es difícil de digerir. Ha tenido que enfrentarse a que la persona que amaba desapareciese de la faz de la Tierra inexplicablemente de la noche a la mañana, también a la incertidumbre de no saber nada de él durante tantos meses y por último a la noticia de la posible implicación de su cuñado en los terribles hechos.

A Antonio Caba -en prisión provisional por el crimen de su marido- no lo conocía, aunque sí sabía que Juan Miguel hacía tratos con él. Se encontraron por primera vez en comisaría, tras la desaparición de su pareja. Desde aquel mismo momento, sospechó de él. Le dijeron que era la última persona que lo había visto y se percató de que estaba muy nervioso. Tampoco le gustó ver cómo cuchicheaba con algunos familiares de su pareja, con los que parecía tener mucha confianza.

Aquel día no estaba en el cuartel su único hermano varón, con el que la relación estaba rota desde hacía años —por conflictos derivados del reparto de una herencia— y nunca se llevó demasiado bien. La realidad es que no se criaron juntos y tuvieron problemas desde pequeños, nos cuenta Nardy. A ella le extrañó cuando su marido recurrió a Caba —amigo íntimo de éste, con el que no se hablaba— para que le ayudara a vender una finca. Tenía la sensación de que podía hacer de correveidile e incluso utilizar la información que le diera en su contra.

No obstante, él lo decidió así y ella lo respetó. "Era de los que creía que todas las personas son buenas", recuerda. Le costaba ver que la gente se le pudiera acercar con malas intenciones. Curiosamente, la relación con su hermana se estrechó a raíz de la venta de la finca y le solía malmeter. Le decía que "no se fuese a gastar todo el dinero con su mujer y que pensase en sus hijos". Nardy no entendía por qué ella le decía esas cosas. Él era un hombre "sencillo", que tenía un "coche normal" y "no era de grandes lujos" a pesar de que se los podía permitir.

Una vez que Juan Miguel desaparece, todo se enrareció. "La familia quería convencerme de que lo dejara. Me decían: si tú hubieras estado en su lugar, él ya te hubiera dejado y se habría dedicado a sus hijos y al campo. Pudo haberse ido por cuenta propia, se pudo haber suicidado... Pero yo sabía que no, lo conocía muy bien. Mi marido era un hombre noble, que nunca hablaba mal de nadie y se sacrificaba por el bienestar de los demás. Tenía una mirada dulce, iluminaba cualquier habitación oscura. Nadie podía convencerme a mí de lo contrario".

Caba, amigo de la familia

Nunca entendió muy bien el comportamiento de su hermana en el tiempo en que él estuvo desaparecido. "Me pareció que era un papel muy extraño", señala. "Era la persona más cercana a él y era normal que estuviera pendiente de cómo iba la investigación. Pero era como si me interrogara continuamente para ver qué sabía. Cada vez que hablaba con la UCO, siempre me llamaba para sentarnos a tomarnos un café", explica. "Al principio yo tenía confianza porque era su hermano el que estaba desaparecido".

Ahora Nardy se pregunta si ella estaba "protegiendo a alguien". Defendía al mediador a pesar de que ya conocían algunos de los indicios que apuntaban a su posible culpabilidad, como que fue la última persona en verlo y le debía una importante suma de dinero. Le llegó a decir: "No te atrevas a desconfiar de Antonio Caba, que es una bellísima persona". Ella le contestó que no era quién para decirle "en quién debo sospechar o no". "Todos somos sospechosos", le espetó.

Ella les vio "una sintonía" que nunca le cuadró. "Hablaban con mucha confianza y complicidad", asegura. Tanto es así que incluso compartían las mismas teorías sobre su desaparición —que a ella le parecían rocambolescas—, como que Juan Miguel "podía haberse caído a un pozo al ir a esconder un dinero que había cobrado". Por otra parte, varios familiares acudieron a la casa de su marido para llevarse "un montón de cosas" a pesar de que ella les había avisado de que "no manosearan nada" (siguiendo las recomendaciones que le habían transmitido desde la UCO).

Desaparecieron: el ordenador, distintos dispositivos de almacenamiento portátiles, y también varias agendas personales (la última y otras antiguas). Esto último tiene su importancia —señala Nardy— porque él "apuntaba todo lo que iba a hacer en el día". Los investigadores, nos cuenta, no se lo podían creer cuando descubrieron todo lo que se había llevado y copiado. A pesar de todo, ella no imaginaba entonces lo que estaba por descubrir.

Su hermano, el tercer investigado

Su cuñado le tenía un "odio crónico" a su marido. Así se deduce de las conversaciones que éste mantenía con Antonio Caba —su presunto asesino— y que fueron grabadas por la UCO. Le llamaba "el mongolo ese", dice con pesar. "El hombre giraba alrededor de la vida de mi marido, vivía pendiente de él. Iba todos los días a tomar el café allí, enfrente de la finca (cuando estaba en el pueblo, porque residía en Alicante con Nardy), para estar controlando cuando llegaba, cuando se iba, qué era lo que hacía...", relata su mujer.

Ella era conocedora de esa situación, pero lo que ha pasado "es demasiado". Tres semanas después de que la Guardia Civil hallara los restos de Juan Miguel Isla en el pozo, salía a la luz que su hermano —Francisco— estaba siendo investigado por su posible relación con el crimen. La principal prueba contra él: Caba le entregó una pistola sin licencia un día después de presuntamente matar al empresario y él la mantuvo escondida durante meses bajo el lavabo de una nave que tiene en Villarta de San Juan.

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Imagen de perfil de Facebook de Antonio Caba.

Según explicó a los agentes, no la entregó porque no pensó que Antonio tuviera nada que ver con el asesinato de su hermano ni que el arma "pudiera estar relacionada con el crimen". Quince o veinte días antes de la desaparición de su hermano -aseguró- el intermediario ya le había dicho que le iba a dar una pistola, sin que él se la pidiera ni le diera más explicaciones. Así intentó justificar que hasta el 27 de marzo, días después de la detención de Antonio y Gaspar, no acudió al cuartel de la Guardia Civil para entregar el arma y contarles lo que sabía.

Llama la atención que dos meses antes había estado en la nave en cuestión -reconoció- para sacar la munición del arma y deshacerse de ella. Tenía miedo de que "alguien pudiera cogerla y pegarse un tiro", indicó a los investigadores. Aunque no especificó a quién se refería y no tiene hijos pequeños (son mayores y viven independientes). Todo lo que rodea a este caso es "extraño", insiste Nardy.

El origen del conflicto

Juan Miguel y su hermano no se hablaban desde 2010, que es cuando mueren sus padres y ellos se enfrentan por el reparto de la herencia. Se da la circunstancia de que el origen del conflicto entre ellos fue precisamente la finca que Caba ayudó a vender a la víctima poco antes de que fuera asesinada y que está valorada en más de un millón de euros.

La implicación de Francisco Isla en la trama aún está por ver, aunque es obvio que hay muchos aspectos relacionados con él que resultan sospechosos. Parece mucha coincidencia que maten a su hermano (con el que —ha quedado acreditado— tenía una pésima relación desde hacía años) y que el asesino sea un íntimo amigo suyo que había hecho de intermediario en la venta de una finca que —vuelve a coincidir— es la misma que causó la separación entre ellos.

Todo sin desdeñar que —para más inri— Francisco ayudó al responsable de su muerte a ocultar un arma que le dio ya después de que su hermano hubiera desaparecido. Y lo hizo sin preguntar de dónde venía aquella pistola o por qué se la daba. Algo extraño teniendo en cuenta que el tipo de pieza del que se trataba (una pistola, no un arma de caza).

La investigación continúa su curso y se irán despejando todas las incógnitas. De hecho, el reciente hallazgo de los restos de otro empresario —desaparecido en Manzanares, en 2019— en un pozo del municipio ya ha dado respuesta a algunos de los interrogantes que estaban sobre la mesa desde la detención del intermediario y su cómplice por el crimen de Juan Miguel.

¿Un asesino en serie?

Tal y como pensaban los investigadores —y las familias de las víctimas— el famoso corredor estaba detrás de las desapariciones de los dos empresarios. Los mató y se deshizo de sus cuerpos con la ayuda de Gaspar R., cuya colaboración ha sido fundamental para localizar el segundo cadáver.

Caba usó el mismo modus operandi en ambos casos. Posiblemente porque pensó que la primera vez le había salido a la perfección, y decidió repetir. "Es un psicópata", exclama Nardy. Los dos crímenes fueron cometidos en un intervalo de tres años y la segunda vez —ya confiado por el éxito de la primera— cometió más errores. Los cabos sueltos son los que le han metido entre rejas.

Entre otras cosas no contó con la debilidad de su cómplice, el jubilado okupa y ludópata que ha terminado llevando a la UCO hasta el lugar donde arrojaron el cadáver de la primera víctima (que sepamos). Algunos expertos ya apuntan a la posibilidad de que estemos ante un asesino en serie que pueda tener más crímenes a sus espaldas.

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