El género epistolar se ha puesto de moda entre algunos políticos, tipos muy particulares como el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, o el expresidente de la Generalidad Carles Puigdemont. Ambos tienen en común para empezar que ejercen liderazgos absolutos en sus partidos y más que impelidos a explicarse ante sus acólitos y convencerlos primero a ellos, se dirigen directamente a la ciudadanía en un "proceso de escucha" de una sola dirección.
Puigdemont parece estar al final de la escapada a tenor del contenido de la carta hecha pública este sábado en respuesta al aval de la militancia de ERC a la investidura del socialista Salvador Illa. Insiste en que regresará para la sesión parlamentaria y lo pone por escrito como si necesitara convencerse de la necesidad del "martirio" y para disipar cualquier atisbo de duda.
La carta, de tres folios, parece en algunos pasajes un testamento político y en otros es un aviso a navegantes de alguien que está dispuesto a agitar el tablero español como en los peores momentos del proceso separatista. De entrada, acusa a los jueces de estar dando un "golpe de Estado híbrido" a cuenta de la ley de amnistía, pero los magistrados no son su principal enemigo. Ese papel se lo reparten la militancia de ERC y los socialistas, con Pedro Sánchez a la cabeza.
El reproche a los republicanos llega al punto de culparlos de su eventual detención: "La decisión de la militancia de ERC de investir al candidato socialista Salvador Illa como presidente de la Generalidad hace que la detención sea una posibilidad real de aquí a muy pocos días. Siempre he sido consciente de este riesgo. Pero he preferido esperar a publicar este texto después de conocer la decisión de los militantes republicanos para que no se me acusase ni de hacer chantaje emocional -cosa que en los siete años de exilio he evitado siempre- ni de interferir en el proceso interno de otra formación política".
A continuación arremete contra los socialistas catalanes, a los que acusa de ser "alérgicos a la plena normalización lingüística de la lengua catalana" y de formar un "Govern españolista que no tendrá ninguna capacidad de negociación real con el Gobierno español para resolver un conflicto histórico, que no es entre catalanes, sino entre Cataluña y España. Y porque creo que antes de dar los votos para un gobierno del PSC en Cataluña había que explorar otras alternativas, incluida la repetición electoral en nuevas condiciones".
De vuelta a su ajuste de cuentas con los republicanos, Puigdemont les culpa de los ataques personales sufridos y de las campañas "ignominiosas" y les espeta que "visto lo que hemos conocido con el escándalo de las campañas de guerra sucia organizadas por ERC tengo pocas dudas de cómo se alimentó aquella campaña de desprestigio, un patrón que ahora nos encontraríamos con mayor intensidad: de la comprensión inicial por el hecho de quedarme un año más en el exilio trabajando y ahorrándome la prisión pasaríamos a una nueva campaña de denigración personal de gran envergadura que tendría consecuencias muy difíciles de asumir para mí y para todo lo que defiendo".
Alusión a la mujer del presidente
Para concluir la epístola a los independentistas, Puigdemont relativiza su detención porque dice que "si me detienen no será la primera vez. El hecho relevante no será ese. El hecho verdaderamente importante será la evidencia de que en España las amnistías no amnistían, que hay jueces dispuestos a desobedecer la ley y que el Gobierno español lo contempla con la indolencia del resignado. Hace más aspavientos porque un juez imputa a la mujer del presidente y la cita a declarar que cuando el Tribunal Supremo se niega a aplicar la única ley que se ha aprobado en esta legislatura. Quien crea que esto no tendrá consecuencias se equivoca".
La advertencia a Sánchez es inequívoca. Junts per Catalunya (JxCat), el partido de Puigdemont, ha remachado el aviso al advertir que asume la carta de su líder moral como pauta estratégica a partir de ahora. Guerra sin cuartel contra ERC y contra el PSOE/PSC. "No es hora de verter lágrimas sino de enseñar las garras", escribe Puigdemont en la última línea. Su última bala política es intentar reventarlo todo, generar unas condiciones de inestabilidad política absoluta, amedrentar a ERC y echar encima de los republicanos a todo el movimiento independentista, en su gran mayoría contrario al acuerdo que la militancia de ERC ha suscrito con el PSC por 550 votos más a favor del sí que del no a Illa