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EDITORIAL

Consumada la independencia económica de Cataluña

Los barones del PSOE son peleles incapaces de frenar la deriva antiespañola de su jefe, que con el aval de los afiliados de un partido separatista ha pegado otro martillazo en el ataúd de España.

Pedro Sánchez ha consumado la destrucción de la España de las Autonomías. Su plan para investir a Salvador Illa como presidente de la Generalidad cuenta con el aval de los militantes de ERC. El precio a pagar por investir un presidente socialista es la igualdad entre los españoles y la ruptura del sistema común de financiación. En el PSOE corre la especie de que el acuerdo es un "preacuerdo", que la última palabra la tendrá el Congreso y el Consejo de Política Fiscal y Financiera, que el pacto incluye una cláusula de solidaridad catalana, que España no se rompe y que "federalización" del Estado es una gran noticia, según dejó caer Pedro Sánchez en su última comparecencia pública.

El futuro de España estaba en manos de unos ocho mil militantes del partido separatista y golpista Esquerra Republicana Catalunya (ERC) y en una reñida votación (53,5% a favor de investir a Illa) se ha aprobado dinamitar la España autonómica. Los militantes de ERC han entendido que es mejor explotar a Pedro Sánchez que dar una última oportunidad a Carles Puigdemont. El presidente del Gobierno les ha entregado la independencia económica, la soberanía fiscal. En un par de años, la Generalidad que protagonizó un golpe de Estado hace siete años controlará, recaudará, liquidará e inspeccionará el IRPF. Y eso solo para empezar a hablar. Gracias a los socialistas, los contribuyentes de Cataluña estarán a expensas de inspectores fiscales de la administración que pegó un golpe de Estado para separarse de España. El desastre perpetrado por Sánchez es absoluto. Una auténtica catástrofe. La soberanía fiscal del separatismo para robar a espuertas, no pagar las deudas y extorsionar a los ciudadanos españoles. Y para acabar de rematar el esperpento, la única posibilidad de que tal cosa no ocurra depende ahora del escaño de las juventudes republicanas en el parlamento catalán, que amenazan con tumbar a Illa por "españolista". Así estamos.

La investidura de Illa supondrá la culminación del "procés". Si la Generalidad de Puigdemont hubiera dispuesto en 2017 de la herramienta que Sánchez cede ahora por su cuenta y riesgo, el golpe habría sido imparable y Cataluña sería ahora un Estado diferente al español. Sí, hay barones socialistas que se muestran muy contrariados. Pero no van a hacer nada contra la suma traición a España de Sánchez para investir a un tal Illa, su peón en Cataluña. Son peleles incapaces de frenar la deriva antiespañola de su jefe, que con el aval de los afiliados de un partido separatista ha pegado otro martillazo en el ataúd de España.

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