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Francisco Moya Jiménez, José Luis Oliva Hernández y José Anseán Castro

Hacia las tres de la tarde del 14 de enero de 1980, tres terroristas de ETA asesinaban a tiros en Elorrio al guardia civil FRANCISCO MOYA JIMÉNEZ, a cuatrocientos metros de la casa cuartel de esa localidad vizcaína.

Los pistoleros habían descendido de un vehículo -robado con anterioridad en la población de Vergara- y efectuaron a cara descubierta varios disparos de pistola sobre la víctima y una ráfaga de metralleta, según relataron testigos presenciales. Francisco recibió catorce impactos de bala y murió en el acto.

Su esposa, que venia de realizar unas compras, encontró tendido en el suelo el cuerpo de Francisco Moya sin vida, en medio de un gran charco de sangre. Varios compañeros del guardia civil se la llevaron del lugar sollozando y víctima de un ataque de nervios.

Francisco Moya Jiménez, de 42 años, era natural de la localidad de Alcaudete (Jaén). Estaba casado y tenía tres hijos: un chico de 18 años y dos niñas de 10 y 3 años. Estaba destinado desde hacía siete años en Elorrio. Al parecer pensaba abandonar el País Vasco, tras haber recibido amenazas, y había comprado un piso en otra ciudad.

El 14 de enero de 1981 es asesinado en Sodupe (Vizcaya) JOSÉ LUIS OLIVA HERNÁNDEZ, supuestamente miembro del grupo Orbaiceta de ETA. La banda decidió acabar con su vida porque, supuestamente, se había gastado en fines personales el dinero obtenido en un atraco. Le tendieron una trampa, haciéndole subir a un vehículo con la excusa de ir a buscar armas. A continuación, le pegaron un tiro en la nuca, que le causó la muerte en el acto. Horas más tarde, ETA reivindicó el atentado a través de una llamada anónima al diario Egin, acusándolo de ser un "infiltrado".

El atentado fue cometido por dos miembros de la banda terrorista que, tras acabar con la vida de José Luis, se dirigieron a pie hasta la estación de Sodupe y regresaron a Bilbao en tren.

En 1988 la Audiencia Nacional condenó por este asesinato a Francisco Javier Echevarría González a una pena de 18 años de prisión menor como autor del mismo.

José Luis Oliva Hernández era natural de Santander aunque vivía en Bilbao. Tenía 31 años y estaba casado. En el momento de su asesinato se ganaba la vida arreglando persianas como autónomo, trabajo que ya había realizado anteriormente en una empresa bilbaína.

El 14 de enero de 1992 el policía nacional JOSÉ ANSEÁN CASTRO fue abatido a tiros en torno a las 7:30 de la mañana. José se dirigía con su mujer a coger el autobús que debería haberlo llevado hasta su trabajo en el cuartel de la Policía Nacional de Basauri. Dos individuos descendieron de un taxi robado y realizaron un número indeterminado de disparos que acabaron con la vida del policía.

El Gobierno Civil de Vizcaya y la Policía atribuyeron el atentado a un reconstituido grupo Vizcaya de ETA, con Juan Carlos Chouzas, alias Gadafi, al frente. Según las primeras impresiones policiales, el nuevo atentado de ETA puso de relieve la intención de la banda de continuar con acciones selectivas y no indiscriminadas, así como la operatividad del reconstituido grupo Vizcaya.

Por este asesinato fueron condenados en 1996 el matrimonio formado por Juan Manuel Tobalina Rodríguez y María Paulina García Rodríguez como las personas que recabaron la información sobre los hábitos del policía. También fueron condenados como autores o cooperadores necesarios Juan Ramón Rojo González, Kepa Urra Guridi y Javier Martínez Izaguirre.

Posteriormente, en 2006, se condenó a Juan Carlos Iglesias Chouzas, alias Gadafi, a 50 años de cárcel, además de a indemnizar a la viuda y al hijo del policía asesinado por los daños psicológicos ocasionados. La prensa recogió esos días cómo la viuda de José Aseán, Ana María Pérez, contó los hechos de los que fue testigo durante el juicio. Entre sollozos, Ana María reconoció al etarra como el asesino de su marido y relató cómo le suplicó en vano que no lo rematase. Cuando el teniente fiscal Jesús Santos le preguntó si recordaba la cara del asesino de su marido, la mujer respondió: "Sí, por Dios, claro que sí. Es Gadafi". "¿Es la persona que se encuentra a su lado?", insistió el fiscal. "Es él", confirmó la viuda tras mirar al acusado dos veces.

José Anseán Castro, de 38 años, era natural de Lugo, estaba casado con Ana María Pérez y tenía un hijo de 14 años. Llevaba doce años destinado en el País Vasco y, en el momento de su asesinato, prestaba servicio en la unidad polivalente del Cuerpo Nacional de Policía de Bilbao, encargada de la custodia de edificios y del traslado de reclusos. Como medida de autoprotección, los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado evitaban utilizar el coche privado y tenían órdenes de usar el transporte público. La vida de Ana María fue un auténtico calvario con terribles consecuencias en su único hijo, que estuvo en tratamiento psiquiátrico desde el asesinato del padre. Pocos días después de su asistencia al juicio contra GadafiJosé Manuel Anseán Pérez, de 29 años en esos momentos, se suicidó en su casa de Lugo. Fue al día siguiente de conocerse la sentencia condenatoria contra Gadafi. Del hecho se hizo eco el diario La Razón.

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