Hacia la una del mediodía del día 30 de noviembre de 1978 la banda terrorista ETA asesinaba en Irún (Guipúzcoa) a ALEJANDRO HERNÁNDEZ CUESTA, conserje en el Centro Nacional de Formación Profesional Administrativa de Comercio Exterior del barrio de Anaka.
A las seis menos diez de la tarde del 30 de diciembre de 1978 miembros de la banda terrorista ETA asesinaban a tiros en Yurre (Vizcaya) al taxista LISARDO SAMPIL BELMONTE mientras esperaba la llegada de algún cliente dentro de su taxi junto a la puerta del Bar Eguzki en el barrio de Elejalde de la localidad vizcaína. Los terroristas llegaron al lugar de los hechos en un automóvil. Uno de ellos, con la cara cubierta por un pasamontañas, se apeó del vehículo y se acercó por detrás hasta el taxi de Lisardo, conocido en la localidad como El Gallego, que estaba sentado en el asiento del conductor con la ventanilla bajada. La víctima no se percató de la llegada del pistolero que, sin mediar palabra y a través de la ventanilla, le disparó cuatro tiros a bocajarro. Aunque testigos presenciales llamaron a un médico del puesto de la Cruz Roja, que llegó inmediatamente, no pudo hacerse nada por salvarle la vida. Lisardo Sampil había sido alcanzado por dos disparos en la cabeza y tres en el corazón y el costado, muriendo prácticamente en el acto.
El 31 de diciembre de 1978 la banda terrorista ETA asesinaba en Llodio (Álava) a JOSÉ LUIS VICENTE CANTÓN que se convertía en la víctima mortal número 68 de un año en el que se había aprobado la Constitución española, lo que llevó a diversos ministros a afirmar que, con la aprobación de la Carta Magna, el terrorismo sería cortado de raíz. Incluso, el ministro de Defensa, Gutiérrez Mellado, manifestó que "la ETA está en el cepo". Un día antes miembros del grupo Kioto de ETA habían asesinado en Yurre (Vizcaya) al taxista Lisardo Sampil Belmonte.
Mañana iniciamos en Libertad Digital un homenaje a las víctimas mortales de la barbarie etarra, en lo que pretende ser un recuerdo no sólo de los asesinados, también de sus familiares, compañeros y amigos. Porque mantenemos entre nuestros principios la defensa de las víctimas del terrorismo, la defensa de su Memoria, Dignidad y Justicia.
Este homenaje diario a las víctimas del terrorismo etarra lo iniciamos con las semblanzas de tres asesinados por la banda el 2 de enero: José María Herrera Hernández y Francisco Berlanga Robles, ambos en 1979, y Luis García Lozano, en 1991.
El 3 de enero de 1979 la banda terrorista ETA asesinaba en Madrid al general CONSTANTINO ORTÍN GIL. El gobernador militar de Madrid fue acribillado a tiros por cuatro terroristas en torno a las tres de la tarde cuando se disponía a entrar en su domicilio. Uno de los disparos lo recibió en la frente, provocándole la muerte en el acto. La víctima ingresó cadáver en la Residencia Francisco Franco.
El asesinato de JESÚS GARCÍA GARCÍA el 5 de enero de 1980, fue el primero del que acabaría convirtiéndose en el año más sangriento de la banda terrorista, con 98 muertos. La escalada había comenzado en 1978, con 68 asesinados, y continuado en 1979, con 80. Nunca después volvimos a sufrir una cifra tan alta de asesinados por ETA que, además, contaba en esos momentos con importantes recursos financieros gracias a la práctica sistemática de la extorsión y la tolerancia de Francia.
El sábado 6 de enero de 1979, el guardia civil ANTONIO RAMÍREZ GALLARDO y su novia, HORTENSIA GONZÁLEZ RUIZ, fueron ametrallados en torno a las tres menos cuarto de la madrugada por miembros de la banda terrorista ETA cuando se encontraban en el interior de un automóvil en la localidad guipuzcoana de Beasain.
El comandante del Ejército del Aire ARTURO ANGUERA VALLÉS fue el primer asesinado de 1992, año que se saldaría con otras veinticinco víctimas mortales a manos de la banda terrorista ETA. Ese año, además, tenía un significado especial: la celebración de las Olimpiadas de Barcelona y de la Exposición Universal de Sevilla provocaron que ETA intensificase sus acciones terroristas ya durante 1991, con cuarenta y cinco asesinatos, entre ellos los nueve del atentado contra la casa cuartel de la Guardia Civil en Vic el 29 de mayo de 1991, cuatro de ellos niños.
En la tarde del 9 de enero de 1979 fallece el guardia civil CIRIACO SANZ GARCÍA, como consecuencia del atentado sufrido cuatro días antes, el 5 de enero. Sanz García recibió varias ráfagas de ametralladora que le dispararon desde un vehículo Seat cuando salía de su domicilio en torno a las dos de la tarde. El agente se tiró al suelo para tratar de esquivar los disparos. La primera persona que lo atendió fue una de sus hijas, que se encontró a Ciriaco tendido en mitad de un gran charco de sangre.