El Domingo de Ramos, Yolanda Díaz, espera ser proclamada en olor de multitudes como nueva candidata de la izquierda a la presidencia del Gobierno. Al acto, en el polideportivo de Magariños, acudirán representantes de Compromís, los Comunes, Más País y varios partidos escindidos de Podemos pero no estarán, de momento, los morados. Ni la secretaria general, Ione Belarra, ni Irene Montero, ni mucho menos Pablo Iglesias.
En el PSOE empiezan a contemplar que "las posiciones están muy consolidadas" y temen que Podemos y Sumar, el nuevo partido de Díaz, concurran por separado a las elecciones generales. "Difícil de aquí al domingo. Después, complicado", asumen en la cúpula del partido.
No habrá unidad "a cualquier precio"
Los socialistas asisten expectantes a una guerra fratricida a su izquierda. En el aire está la duda de la fuerza de Podemos en la actualidad. "¿Quienes sois? ¿Galapagar?", se preguntan en el interior del partido socialista mientras observan cómo Iglesias quiere negociar de manera bilateral con la vicepresidenta segunda para repartirse el poder.
Una táctica negociadora antes de la posible debacle morada del 28-M. Unas perspectivas que Díaz conoce, por eso posterga ese debate, hasta después de las elecciones municipales, para absorber a la formación morada. Lo que ya asumen en Ferraz es que ninguno de los dos querrán la unidad "a cualquier precio" y que la pelea "no es ningún farol". "No se ponen de acuerdo", lamentan.
El Gobierno es "un ratito"
En el PSOE creen que Díaz está resistiendo a las embestidas de Iglesias. Incluso creen, con ciertas reticencias, que podría "rentabilizar el voto" sin Podemos, un partido cada vez más desgastado. "No lo verán tan descabellado", asumen en Ferraz ante el portazo, al menos de momento, de la vicepresidenta segunda a las primarias que le exigen Iglesias, Montero y Belarra.
Al fundador de Podemos, y exvicepresidente tercero, lo ven, cada vez más, como "un activista" y asumen que proviene de otra "cultura política" , menos institucional. La pregunta es si esas tensiones afectan al Ejecutivo.
"Eso que llamáis Gobierno es un ratito", afirma algún ministro socialista en referencia al Consejo de los Ministros de los martes, cuando coinciden con Irene Montero y Ione Belarra. El único momento de la semana en el que se sientan en la misma mesa y se miran cara a cara.