
Vox lleva a cabo las negociaciones con el PP tras el 28-M con la máxima cautela, para no torpedear posibles acuerdos. El partido mide al milímetro cada declaración para no ejercer más presión de la necesaria en su potencial socio de gobierno, evitando hablar de las condiciones que exigirá en cada comunidad. Sin embargo, la dirección del partido, con Santiago Abascal a la cabeza, ha dejado varias pistas sobre las líneas que marcan los contactos con los de Alberto Núñez Feijóo.
Siempre con la máxima de exigir "respeto a sus votantes", el líder de Vox ha asegurado que podrían no reclamar su entrada en gobiernos en determinadas regiones donde su "fuerza es mucho menor", como por ejemplo Murcia, donde el PP de Fernando López Miras se ha quedado a tan sólo dos escaños de la mayoría absoluta.
En una entrevista en OkDiario, Abascal dijo que "hay lugares -no voy a entrar a detallarlos- donde nuestra fuerza, evidentemente exige que para la aplicación de un programa haya una entrada en un Gobierno y hay lugares donde podemos ser necesarios, pero nuestra fuerza es mucho menor y eso lo tendremos que calibrar", dejando entrever que el acuerdo en determinadas regiones no pasa por exigir gobiernos, sino por otro tipo de pactos, como puede ser negociar presupuestos.
También el portavoz parlamentario, Iván Espinosa, aseguró un día antes en los pasillos del Congreso que "en aquellos sitios donde nos parece que tiene sentido, intentaremos entrar en gobiernos, como es natural", no haciendo de esta petición una condición general para todos los territorios en los que suman con el PP, sino sólo para aquellos en los que tenga "sentido".
Además de Murcia, en Extremadura Vox logró cinco escaños, justo los que le faltan a la popular María Guardiola, que sumó 29 diputados, por lo que hay un importante desequilibrio de fuerzas entre ambos partidos. La entrada de Vox en el gobierno sería en precario al representar un séptimo del total, por podría no compensarles sufrir el desgaste de gestionar una región cuando apenas tienes fuerza para condicionar al gobierno. Acordar presupuestos desde fuera puede otorgarles la misma capacidad de influir, sin tener que lidiar con el PP a diario.
En Baleares el PP suma 25 escaños, uno menos que el resto de fuerzas parlamentarias, excluyendo a Vox, que llegó a 8 diputados. En este caso, aunque a los populares también les falten cinco diputados para llegar a la absoluta, el peso otorgado por las urnas a los de Abascal es mayor y representarían un quinto del gobierno, por lo que cabe esperar que exigirán consejerías, especialmente dada la experiencia y el perfil del candidato Jorge Campos, que facilitan mucho un posible acuerdo.
Algo similar ocurre en la Comunidad Valenciana, donde el peso del partido de Abascal es todavía mayor. Se trata de una región irrenunciable, donde lograron 13 escaños, diez de ellos necesarios para que el PP sume la absoluta. Es también la joya de la corona para el partido de Feijóo pero donde mayores pegad ponen al candidato, Carlos Flores, condenado por violencia psíquica contra su exmujer hace 20 años y que fue candidato de Fuerza Nueva. Un perfil que se les atraganta y que empuja a un acuerdo ya después del 23-J.
Aragón es la única de las grandes comunidades en las que el PP podría jugársela a un gobierno apoyado por el PAR y Teruel Existe, lo que da una suma total de 32 diputados, a dos de la mayoría absoluta. Son suficientes para una investidura en segunda vuelta pero no para un gobierno estable, aunque podrían optar por echar a andar la legislatura y llegar después a acuerdos puntuales negociando con otros dos diputados que pueden ser de Vox o de la izquierda, aprovechando su posible debilidad si se hunden en las generales.
Una vez se conozca el resultado del 23-J, el partido de Feijóo quizá no ponga tantas pegas a la suma con los de Abascal, que daría una mayoría más que suficiente para gobernar con comodidad ya que Vox obtuvo 7 diputados en esta región, siendo 6 de ellos necesarios para la absoluta. En este caso, es difícil que la formación renuncie a pedir gobierno, por el peso que tienen en el Parlamento y la fuerza con la que contarían en el gobierno al representar un quinto.
Lo que Vox ha dejado claro desde ya antes de la campaña electoral del 28-M es que la fórmula de apoyar gratis, sin condiciones, queda completamente descartada. No habrá cesión de votos al PP sin una negociación previa que desemboque en algún tipo de acuerdo, sea de gobierno, de legislatura o un compromiso presupuestario.

