
El PSOE ya asume en privado que los partidos a su izquierda se presentarán en las próximas elecciones con otro nombre diferente al de Sumar. El escándalo de los presuntos abusos de su exportavoz parlamentario, Iñigo Errejón, ha impactado de lleno en la coalición sobre la que pesan acusaciones de encubrimiento y de hipocresía al agitar la bandera del feminismo, enarbolando el "sólo sí es sí", y luego comportarse de manera diferente en privado.
En el Gobierno respaldan a Yolanda Díaz pero no pocos cargos admiten que el partido de Sumar, pese a actuar "de manera contundente", se ha dejado varios jirones de credibilidad. La coalición llevaba ya tiempo inmersa en una crisis interna y con Podemos emergiendo al aprovechar la crisis de los precios de los alquileres y de la vivienda.
Al Ejecutivo le preocupa cómo está resurgiendo el partido de Pablo Iglesias, cuyas bases esta semana avalaron en un reférendum interno condicionar los Presupuestos a una bajada del 40% en los precios del alquiler. Fuentes gubernamentales confían en que "una consulta la tape otra consulta" pero empiezan a asumir que las "ansiedades" entre Podemos y Sumar continuarán.
En el PSOE confían en que, al final, las marcas a su izquierda se agrupen en una sola. Saben que necesitan una coalición competitiva que agrupe a todos los partidos posibles para optimizar ese voto y que pueda competir con Vox por los restos en las circunscripciones mediadas. De ahí que esperan que Podemos vuelva al redil y se junte con otras formaciones como IU.
El principal obstáculo se llama Yolanda Díaz. La líder de Sumar es un problema para que Podemos se reagrupe bajo una misma coalición. En la línea de lo que sugieren los socialistas ya trabaja el coordinador federal de Izquierda Unida (IU), Antonio Maíllo, uno de los principales partidos integrados en las filas de la fuerza de la vicepresidenta segunda. El flamante líder de IU ha lanzado un aviso de alarma al sugerir que la coalición Sumar necesita urgentemente replantearse su identidad y, posiblemente, cambiar sus siglas.
Lo que parece evidente es que en este cambio de identidad y de negociación con otras fuerzas, surgirá otra gran coalición que releve a la de Díaz, cuyo liderazgo empieza a estar en cuestión. Los socialistas cierran filas, al menos de momento, y evitan la crítica a la líder de Sumar.
"Es lealtad, es nuestro socio de Gobierno", sentencian fuentes socialistas que evitan cuestionar si la vicepresidenta segunda ocultó los presuntos abusos de Errejón. Lo único que deslizan es que "los protocolos" de Sumar "no han funcionado".
En el PSOE son conscientes que necesitan que la vicepresidenta segunda para sostener al Ejecutivo de Pedro Sánchez en un momento en el que está cercado por la corrupción y los escándalos, como la imputación del Fiscal General del Estado, sin que el partido de Díaz haya hecho ni una sola crítica, ni se haya distanciado ni un solo milímetro.
Ahora, es cuando Moncloa y Ferraz le devuelven el favor, cerrando filas, alejando el fantasma del encubrimiento y respaldándola aunque, en privado, saben que las siglas están dañadas de muerte y que necesitan un cambio.

