Desde el Ministerio de Trabajo, Díaz ha condicionado su apoyo a "un giro social al mandato", reclamando contundencia ante la corrupción y medidas de regeneración democrática. Sin embargo, su mensaje también revela el interés por sostener un Gobierno tocado, pese al creciente descrédito y la presión de los últimos escándalos.
Desde sectores críticos, se interpreta esta postura como un intento de preservar cuotas de poder dentro de un Ejecutivo debilitado, en lugar de impulsar una verdadera renovación. Mientras tanto, la desconfianza ciudadana crece y el bloque gubernamental parece más preocupado por sobrevivir políticamente que por rendir cuentas ante los casos que lo sacuden.