Esta semana el Gobierno alemán pactó por fin con la oposición la creación del fondo especial de 100.000 millones para invertir en Defensa que avanzó Olaf Scholz en su anuncio de una "nueva era" tras la invasión rusa de Ucrania. "El Ejército estará preparado para defendernos de los ataques del exterior en cualquier momento", proclamó el canciller.
En paralelo, también llegaron esta semana nuevas promesas de armamento para Ucrania, un tema que ha provocado llamativos bandazos en el gobierno alemán y afiladas críticas desde Kiev. Tras negarse primero a enviar armamento pesado con múltiples argumentos, y unos primeros ofrecimientos frustrantes para las expectativas del Gobierno de Volodimir Zelenski, el Gobierno alemán ha conseguido por fin la paz con Ucrania con la promesa de radares y el "más moderno sistema de defensa antiaérea".
Scholz aludía así al sistema de defensa antiaérea Iris-T SLM, el arma que permitirá, según sus palabras, "proteger una ciudad entera de los ataques rusos". Está fabricado por la alemana Diehl y permite atacar desde tierra aviones de combate, helicópteros o drones, entre otros, mediante misiles dirigidos de alta precisión, capaces de alcanzar objetivos a una distancia de hasta 40 kilómetros. El Ejército alemán proporcionaría también formación a las tropas ucranianas.
Sin embargo, aún quedarían muchos meses para que la promesa se haga realidad: aunque se habla de hasta diez sistemas antiaéreos, el primero podría no llegar hasta finales de otoño o principios de invierno a suelo ucraniano. El envío no partiría directamente de las reservas de la Bundeswehr sino del propio fabricante, que aún tardaría meses en poder hacer frente al encargo.
La otra promesa que ha agradado a Ucrania son los radares: Scholz no mencionó un tipo concreto pero se da por hecho que será el sistema Cobra, capaz de localizar artillería y misiles con gran precisión. Como en el caso del sistema Iris, también serían suministrados directamente a Ucrania por el fabricante. Aún no se habla de fechas concretas de entrega.
A los radares y los misiles antiaéreos se sumarían los 50 Gepard ofrecidos hace un mes. La que fue la gran primera promesa de Scholz de armamento pesado para Ucrania se le acabó volviendo en contra por las dificultades para reunir munición para estos blindados y la complejidad del sistema, que obligaba a un largo periodo de instrucción de las tropas ucranianas habituadas a sistemas soviéticos. Ahora, el Gobierno estima que los primeros quince Gepard podrían estar en suelo ucraniano a mediados de julio. Por otro lado, Berlín prometió siete obuses autopropulsados Panzerhaubitze 2000 con el compromiso de formar a los soldados para usar estos y otros cinco ofrecidos por Países Bajos.
A falta de que el armamento por fin se materialice, Scholz habría logrado esta semana al menos una tregua con Ucrania. Su embajador en el país, Andrij Melnyk, convertido en las últimas semanas en el azote del SPD y el gobierno, afirmó este jueves que ahora sí percibía un "cambio de rumbo" en Alemania y daba las gracias "de corazón" al Ejecutivo. Mientras, este viernes el presidente del Parlamento de Ucrania, Ruslan Stefanchuk, visitó Berlín donde justificó la insistencia de Kiev en pedir armas "modernas", "más eficientes" frente a las tropas rusas.
El Gobierno alemán insiste en defender que, desde el comienzo de la invasión, ha apoyado militarmente a Ucrania y subraya lo que sí ha llegado ya a suelo ucraniano: misiles antiaéreos y antitanque, 100.000 granadas, más de 5.000 minas antitanque, camiones de carga y más de quince millones de municiones.