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¿Julia Faustyna es Madeleine McCann? "Hay indicios suficientes para hacer un estudio más profundo"

Los expertos consultados por Libertad Digital señalan que hay coincidencias muy llamativas entre la joven polaca y la familia McCann.

Los expertos consultados por Libertad Digital señalan que hay coincidencias muy llamativas entre la joven polaca y la familia McCann.
Julia Faustyna cree ser Maddie McCann, desaparecida en 2007. | REDES SOCIALES

Desde que Julia Faustyna saliera a la palestra hace unos días, es inevitable que nos preguntemos si la joven polaca —de 21 años— es en realidad Madeleine McCann. Ella así lo cree, o al menos eso segura. Se basa fundamentalmente en una serie de similitudes físicas que podrían indicar que se trata de la menor británica desaparecida el 3 de mayo de 2007 en el Algarve (Portugal).

Las elucubraciones se acabarían con un simple análisis de ADN, pero —mientras llega— lo más fiable es la realización de un estudio fisionómico como el que dos expertos en la materia han realizado para Libertad Digital: Noelia Medina, criminóloga especializada en infografías forenses, y Ricardo Ortega, antropólogo forense y profesor en la Universidad Isabel I de Castilla.

Juntos dirigen además el departamento de Arte del Instituto de Formación Profesional en Ciencias Forenses, en el que se realizan retratos robot, aproximaciones de envejecimientos faciales, comparativas, etc. Entre sus trabajos más conocidos, la reconstrucción digital de la imagen de Antonio Anglés (presunto autor material del crimen de las niñas de Alcàsser) en la actualidad, treinta años después del triple asesinato.

Primera aproximación

El caso de Madeleine entraña cierta complejidad, debido a que desapareció cuando aún era muy pequeña (3 años). No obstante, en una primera aproximación al tema que nos ocupa, Medina considera que "hay indicios suficientes para que valiese la pena hacer un estudio más profundo". "Ves las imágenes de Julia, las del padre de Madeleine McCann o las de la hermana, y no es algo descabellado pensar que podrían tener algún tipo de relación genética", añade.

"A rasgos generales, el color de pelo coincide y la fisionomía facial también. Pero nos tenemos que fijar sobre todo en los marcadores específicos que con el tiempo no van a variar", salvo por la actuación de un agente externo, como un accidente o una cirugía, en cuyo caso también "se apreciaría alguna marca, cicatriz o señal de que algo ha sido modificado o había algo que ya no está".

"A simple vista", Medina ya aprecia que "hay zonas que se pueden diferenciar más, como es por ejemplo la disposición de los ojos, la nariz (que en Madeleine se ve como más amplia y cuadrada, y en Julia más definida) o el nevus sectorial del iris (que se ve algo distinto, no encaja a la perfección)". Eso sí, la experta advierte que comparar las fotografías de ambas es complicado "debido a la diferencia de edad".

Por otra parte, "tampoco hay imágenes en alta definición de Julia para ver con exactitud los lunares, por ejemplo". "Madeleine tiene varios lunares en lugares específicos, muy concretos" que parece ser que la joven polaca no tiene en su totalidad. En definitiva, "hay partes que coindicen y otras que no". Esto le lleva a afirmar que "estamos en el momento de hacer pruebas biológicas".

Similitudes y diferencias, claras

"Tienen una serie de patrones que son similares", señala Ricardo Ortega. Menciona el lunar que ambas presentan debajo del ojo derecho, por ejemplo. En el caso de Julia, es "un poquito más grande y algo desplazado", pero "podría cuadrar" por la diferencia de edad (que con el crecimiento hubiera aumentado de tamaño y se hubiese virado levemente). "El hundimiento de las mejillas y el hoyuelo, más o menos coinciden. Y la forma de la mandíbula —eso sí que es importante— también". "Pero todo lo demás chirría, o directamente no tiene nada que ver", advierte.

"La nariz no cuadra, sobre todo en la parte superior, que tiene un hundimiento en la mayoría de las fotos", indica. "El ojo izquierdo de Julia es más elevado, mientras que el de Madeline tiende a ser más centrado", añade. "Y el labio superior es bastante más ancho en Julia que en Madeleine". También el nevus sectorial es diferente. "Ya no solo en forma y tamaño, sino que además está en posición contraria. El de Madeleine gira en una dirección y el de Julia en la otra". "Son lo suficientemente similares como para que ella incluso pueda dudar, pero yo creo que no es Madeleine", sentencia.

¿Qué estudios se pueden realizar?

En el caso de Anglés, Noelia y Ricardo estudiaron la evolución del rostro. En primer lugar, generaron una base de datos de personas dentro de los distintos tramos de edad, y cómo iban cambiando sus rasgos. "Por ejemplo, qué cambia de 35 a 40 años: las bolsas en los ojos, las patas de gallo, etcétera", explica el antropólogo. Así hasta dar con los cambios propios de un varón de sus características pasados 29 años y aplicarlos a la última imagen del prófugo de la justicia.

"Aquí funciona de manera diferente porque no estamos hablando de una persona ya adulta que envejece, sino de un niño que crece", comenta Ortega. La situación es más complicada, a pesar de que tienen a su favor que, cuando la menor desapareció, "ya no tenía las fontanelas y por lo tanto la forma del cráneo era similar a la de la edad adulta. Lo que cambia son las dimensiones".

Tampoco se puede realizar un estudio de la dentición, que es un sistema de identificación primaria. Es lo primero que los forenses analizan para identificar a una persona junto con el ADN, las huellas dactilares y los implantes. El problema es que los dientes de Maddie aún eran de leche. La comparativa con la dentadura de Julia, ya en edad adulta, no sería óptima. Para que lo fuese se tendría que dar alguna característica muy concreta que se mantenga cuando salen las piezas definitivas, pero no es el caso.

Hay otros rasgos que, sin embargo, sí perduran en el tiempo, como ocurre con el globo ocular, que "más o menos, va a mantener el mismo tamaño desde que nacemos hasta que crecemos". "Por eso los niños cuando son pequeños tienen unos ojos muy grandes, en proporción", explica, "todo lo demás se hace más grande con el paso de los años". Hay que fijarse, por tanto, en ese tipo de rasgos que sabemos que no van a cambiar sustancialmente.

Parecido con los McCann

Normalmente, Ricardo hace un estudio evolutivo (fisonómico y biométrico). Y es Noelia la que plasma los resultados en una infografía (arte). Un proceso que requiere de cientos de horas de trabajo. En este caso, no han tenido oportunidad más que de hacer un acercamiento. "Con el poquísimo tiempo que hemos tenido, hemos hecho una comparativa de: cuando las dos son niñas, cuando Madeleine es niña y Julia adulta, de Julia con el padre de Madeleine (con el que tiene unas similitudes muy grandes) e incluso con la hermana (con la que coinciden algunas características).

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Entre los puntos que han sorprendido a los expertos cabe destacar el parecido entre Julia y la hermana de Maddie. Y no es sólo físico, incluso en la expresión de las dos chicas al sonreír. "Me llama mucho la atención esta media sonrisa que tienen ambas", señala. "Nosotros tenemos una serie de características que se conocen como endógenas, aquellas que van a venir derivadas de los padres, pero también por la convivencia con ellos", explica. "Que tengas la misma expresión que una persona con la que no has convivido, llama mucho la atención".

Al hecho de que Madeleine se pareciese más a su madre en la época en la que desapareció y que Julia sin embargo tenga más similitudes faciales con el padre de la menor británica, Ortega no le da mayor importancia. En la infancia, los rasgos son "más gráciles" y en la edad adulta "más definidos y duros". Así que podría darse esta situación, ya que de por sí los rasgos femeninos suelen ser más suaves que los masculinos. Por tanto, no sería indicativo de nada. Si es o no, dependerá de otros factores.

Julia vs Maddie

En la evolución fisonómica tenemos dos conjuntos de rasgos. Por un lado están los endógenos, que son aquellos que van a heredar a partir del padre o la madre, y que se van a manifestar de carácter más o menos regular en la descendencia. Y luego tenemos los exógenos, que en este caso no ha dado tiempo a tenerlos: que estés expuesto a la luz durante mucho tiempo, que no te cuides la piel, el tabaco, el alcohol, etcétera.

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Estas circunstancias hacen que el envejecimiento sea mucho más rápido. Pero, en este caso, los factores exógenos los anulamos. Así que nos centramos en los endógenos, que —reitera Ortega— "no terminan de cuadrar del todo".

Como nos decía unas líneas más arriba, ni la nariz, ni la disposición de los ojos, ni el labio superior, ni el nevus del iris encajan. "Y son cosas que en principio no cambian". Eso no quita que haya rasgos que sí son coincidentes, como el lunar de la mejilla derecha, el hoyuelo al sonreír, o la forma de la mandíbula.

Los expertos consultados también advirtieron que Julia Faustyna —a pesar del parecido evidente con la hermana y el padre de Maddie— no comparte rasgos con Kate McCann. Por el contrario sí se aprecian similitudes con la que hasta ahora ha sido su madre, en las fotografías que han visto la luz. En este punto hay que señalar que dichas imágenes no tienen demasiada definición y la mujer lleva puestas unas gafas de pasta que impiden un análisis más detallado de su fisionomía. "No podemos terminar de ver el perfil de los ojos, las cejas o la forma superior de la nariz".

También se han percatado de un rasgo coincidente entre Julia y el padre de Madeleine que no es muy común. "Ambos tienen entre los incisivos centrales superiores una elevación de la encía, cosa que tampoco es muy habitual", indica el antropólogo. "En lugar de tener un espacio, ese hueco está relleno con parte de la encía. Tiene un triángulo en la parte superior", añade. "Ahí tenemos otra posible caracterización, pero lo único que nos va a servir a día de hoy va a ser la pura genética. No queda más que eso".

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