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El abismo que separa a Merz de Sánchez, el último de la lista del alemán

Ambos países han aprobado un embargo, pero las palabras de Sánchez y Merz no pudieron ser más diferentes.

Ambos países han aprobado un embargo, pero las palabras de Sánchez y Merz no pudieron ser más diferentes.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), recibe este jueves al canciller de Alemania, Friedrich Merz, en el Palacio de la Moncloa. | EFE

La rueda de prensa de Pedro Sánchez junto al canciller Friedrich Merz sirvió para que el español volviera a presumir de su ofensiva antiisraelí por la guerra de Gaza y para que, al mismo tiempo, el alemán le mostrara cómo se puede discrepar de Benjamin Netanyahu por una vía radicalmente distinta de la del Gobierno español en la semana de los aplausos y la "admiración" al boicot de La Vuelta.

Sánchez moderó ligeramente el tono que ha motivado protestas cada vez más airadas desde Israel; mientras, Merz dejó claro su mensaje ante su anfitrión. "Estamos del lado de Israel", arrancó el canciller después de que Sánchez se jactara de que España fuera "un país muy vocal en esta crisis" por ser "un país mediterráneo". Ante Sánchez, el alemán recordó que la guerra podría cesar "en cuestión de horas" si Hamás liberara a los rehenes y rehuyó la calificación de genocidio que ha abrazado el español y que se está pretendiendo imponer en todos los ámbitos.

Lo cierto es que la crisis israelí también ha hecho correr ríos de tinta en Alemania en las últimas semanas pero el debate, las formas y el fondo están en las antípodas de la forma de abordarlo de Sánchez, que ha elegido envolverse en este asunto en el arranque de un curso político más difícil si cabe, con el horizonte del juicio al fiscal general y a su hermano, las pesquisas sobre su mujer y el goteo sobre la trama Koldo-PSOE.

La posición alemana

Hace cinco semanas, como recordó el propio Merz ante Sánchez, el Gobierno alemán sorprendió con la decisión de no vender armas a Israel "hasta nueva orden" tras el anuncio del plan de Benjamin Netanyahu de tomar la ciudad de Gaza. El conservador, que gobierna en coalición con el SPD, sacudió a la sociedad alemana y se enfrentó a muchas críticas por considerarse que se estaba poniendo en cuestión uno de los pilares de la política exterior del país desde el final de la Segunda Guerra Mundial: la defensa de Israel como "cuestión de Estado" tras el Holocausto y la fundación del estado hebreo. Merz defendió entonces la medida recalcando que su país seguía creyendo en el derecho de Israel a defenderse de Hamás pero consideraba que la operación ponía en riesgo tanto a los rehenes aún en manos de los terroristas como las conversaciones de paz, en un marco de críticas crecientes en su país a la escalada.

El canciller, que en campaña había acusado al tripartito de dificultar el envío de armas a Israel con una especie de embargo encubierto, asumía así una medida que le está costando críticas internas pero que en realidad no supone un cese por completo de las exportaciones. La decisión implica no vender armas que se usen en la franja pero no afecta a otro equipamiento como buques de guerra o submarinos.

La presión para adoptar medidas como esta y para apoyar o no las propuestas de la Comisión Europea (aranceles y sanciones, entre otras), se produce, en cualquier caso, dentro de un consenso casi unánime: la crítica a las políticas de Netanyahu no debe servir de excusa para alentar los mensajes de odio a Israel, una preocupación que expresó el canciller esta misma semana en una sinagoga de Múnich recordando cómo ese antisemitismo había escalado en todo el mundo, también en su país, y en medio de cancelaciones que están causando escándalo. También es transversal el mensaje de que es Hamás quien tiene en su mano parar la barbarie que arrancó con los atentados del 7 de octubre.

Los golpes de efecto de Sánchez

Mientras, Sánchez llegaba a la comparecencia con Merz en medio de una espiral antiisraelí que ha incluido un embargo de armas "permanente" pero aún no aprobado, una mención al armamento nuclear que Netanyahu se ha tomado como una "amenaza de genocidio" y palabras de "admiración" y elogio a lo ocurrido en el centro de la capital el pasado domingo, que ha sido noticia en medio mundo y que ha provocado inéditas críticas entre países aliados.

El probable tacticismo de Merz en su reproche a las últimas medidas de Netanyahu palidece al lado del uso que está haciendo Sánchez del conflicto, que le está sirviendo para agitar y aglutinar a la izquierda, para tratar de dividir al PP y, sobre todo, para desviar el foco de los múltiples frentes que le acorralan en una estrategia que, por otro lado, no es nueva.

El último de la lista

En sus crónicas, los corresponsales alemanes destacaban, además de estas discrepancias, un detalle no menor: España ha sido el último de los grandes países de la UE que ha visitado el canciller tras asumir el cargo. También han resaltado cómo España ha estado fuera de algunas de sus iniciativas de política exterior más destacadas, entre las que citan el viaje en tren a Kiev o la reunión con Donald Trump sobre Ucrania que incluyó, además de Alemania, a Francia, Reino Unido, Polonia e Italia.

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