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El día que Obama se echó atrás con Siria

El viernes, EEUU estaba preparado para atacar Siria. Pero el sábado por la tarde, Obama anunció el aplazamiento. ¿Cómo cambió de opinión?

El viernes, EEUU estaba preparado para atacar Siria. Pero el sábado por la tarde, Obama anunció el aplazamiento. ¿Cómo cambió de opinión?
El presidente, durante la reunión en la 'Situation Room'. | White House/Pete Souza

Cuando John Kerry compareció ante los medios el pasado viernes, su misión era terminar de preparar a la opinión pública para el ataque inminente de EEUU a Siria, que se produciría pocas horas después. Enumeró las evidencias de uso de armas químicas, y confirmó que el Ejército estaba tomando posiciones. Pero, en lugar del anuncio del ataque, lo que llegó al día siguiente en el Rose Garden fue la marcha atrás del presidente Barack Obama: aunque se sentía "legitimado" para la intervención, la sometería a la consulta con el Congreso. El ataque, de producirse, dejaba de ser inminente. En apenas esas 30 horas que separan ambas comparecencias, el presidente de EEUU tomó la decisión que cambió el rumbo de los acontecimientos, y que llevaba tiempo rondándole la cabeza. Los sondeos de Gallup sobre la oposición de los americanos a la intervención en el conflicto hicieron el resto.

Desde entonces, los medios -especialmente estadounidenses- se esfuerzan en reconstruir lo ocurrido en la Casa Blanca durante esas horas que forzaron la decisión. La principal razón se produjo el jueves con el portazo del Parlamento británico a la intención de David Cameron de participar en el ataque al régimen de Al Asad. Según New York Times, el presidente estadounidense acusaba desde entonces una "gran sensación aislamiento". Reino Unido iba a ser su principal aliado en la operación, pero 13 votos frustraron la alianza. Obama sentía además cierto "malestar" con su homólogo británico por no "haber gestionado bien la situación", pero se disponía a hacer exactamente lo mismo. "Tenemos un cansancio público de la guerra muy similar " con Reino Unido, confesaba a sus asesores.

Dos horas antes de que Kerry saliera a escena, Obama mantenía una reunión rutinaria con los líderes de Estonia y Letonia. Según varios medios, allí ya expresó su malestar por el hecho de tener que iniciar una nueva intervención militar: "Sé muy bien que el mundo en general está cansado de la guerra. Estados Unidos ha pasado por una década de guerra. Los estadounidenses, comprensiblemente, quieren que nos concentremos en reconstruir nuestra economía aquí y poner a la gente a trabajar. Y os aseguro que nadie está más cansado de la guerra que yo",aseguró.

"Cansado de la guerra"

Hacia las siete de la tarde, Obama invitó a su jefe de gabinete, Denis R.McDonough a dar un paseo por el jardín sur de la Casa Blanca. Según NYT fue a él a quien le planteó sus desvelos: como diría después en su discurso, se sentía legitimado para atacar sin la aprobación del Congreso, pero aún no tenía clara su necesidad. El paseo duró 45 minutos, tras los cuales se convocó a sus altos funcionarios, que esperaban que les anunciara el inicio del ataque militar.

En la sala estaban McDonough, su adjunto Rob Nabors, Susan E. Rice y los asesores Antonio J.Blinken y Benjamin J.Rodas; junto a Dan Pfeiffer y varios expertos legales. Pero Obama no habló de plazos ni de inicios del ataque: "Tengo una idea bastante grande que quiero discutir con vosotros", les dijo. Cuando les anunció que pensaba pedir primero la autorización del Congreso antes del ataque a Siria, la resistencia se opuso automáticamente y le indicaron el peligro de acabar exactamente igual que Cameron.

Pero tras dos horas, Obama continuó en sus trece. Hacia las nueve de la noche llamó a John Kerry y le comunicó su decisión inamovible: la intervención se aplazaba. Después, hizo lo propio con el secretario de Defensa, Chuck Hagel, y convocó una reunión para el día siguiente en la "Situation Room" de la Casa Blanca. Tampoco aquí la decisión de Obama fue especialmente bien acogida.

Según Haaretz, antes incluso de comparecer públicamente ante los medios, Obama llamó a Benjamin Netanyahu para comunicarle que buscaría el aval del Congreso. A diferencia de las llamadas a otros líderes mundiales (también se comunicó con François Hollande), esta comunicación se ha mantenido en secreto hasta hoy. Según las fuentes manejadas por el diario, el objetivo era evitar eventuales críticas al retraso de la intervención militar.

Obama llegó tres cuartos de hora tarde a la cita en Rose Garden. Allí anunció que, a pesar de sentirse legitimado para atacar Siria sin pasar por el Congreso, buscaría su aprobación, dejando una pregunta sobre el aire: ¿se aprobará o puede repetir el destino de David Cameron? Obama está intentando que no, e incluso antes de comparecer ante la prensa se reunió con el líder de la Cámara de Representantes, John Boehner, que puede ser decisivo en la votación que se celebrará el 9 de septiembre. Pero ya no depende sólo de él.

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