Llegaban en un autobús, fletado por el Sindicato de Hoteles de Nueva York, y estaban rabiosas. Eran camareras de diversos establecimientos hoteleros de la ciudad, de todas las edades, pertenecientes a los estratos más humildes de la sociedad neoyorkina. El caso de la camarera de Strauss Kahn ha desatado su indignación, que este lunes quisieron transmitirle en persona al exdirector del FMI. Vestidas con sus cofias y delantales, esperaron la entrada de DSK a las puertas del tribunal neoyorkino, para gritarle juntas: "¡Avergüénzate!".
Y ese no fue el único eslogan que corearon juntas: "Una herida a una de nosotras es una herida a todas nosotras" rezaba un cartel, que exponía su solidaridad con la inmigrante supuestamente agredida por el socialista francés. Pocos escaparon de su ración de críticas e imprecaciones, incluso a Anne Sinclair, la esposa de Strauss-Kahn le reclamaron responsabilidad en lo sucedido: "¡Vergüenza debería darte estar casada con un depredador sexual!" le espetaron.
Tal y como explicaban sus portavoces, este tipo de abusos sexuales son algo más frecuente de lo que se piensa dentro de su sector, en el que están acostumbradas a lidiar con violentas situaciones con huéspedes envalentonados. Por ello, sus reclamaciones se dirigieron también a las propias cadenas hoteleras para que dejaran de ignorar el problema y tomaran cartas en el asunto. Ellas mismas pusieron por ejemplo las medidas adoptadas por cadenas como Sofitel y Pierre –en la isla de Manhattan- que ya han anunciado que facilitarán a las camareras ‘botones de pánico’ que las camareras podrán utilizar si en algún momento se encuentran en una situación de peligro.
Los gritos contra DSK se escucharon a la entrada y la salida del Tribunal, pero también mientras se producía el juicio. Desde el interior del edificio se escuchaban consignas contra el exdirector del FMI, pidiendo que se hiciera justicia.