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"La guerra que Irán tiene perdida es la que se lucha por televisión e internet"

¿Cómo es la sociedad de ese Irán tan poco conocido pese al mucho espacio que ocupa? Tratamos de desentrañar algo de ese, casi, gran secreto.

En la primera parte de este reportaje tratábamos de explicar lo que es uno de los grandes asuntos de la política internacional hoy en día: la amenaza nuclear iraní y sus consecuencias tanto en Oriente Medio como en el resto del globo.

Para esta segunda parte hemos tratado de profundizar más en cómo es esa sociedad, probablemente una de las más desconocidas para Occidente y sin duda una de las que genera más ideas preconcebidas en nosotros, ideas que no siempre se ajustan a lo que se puede encontrar allí.

Para saber un poco más de ese Irán real hemos hablado con Jordi Pérez Colomer, periodista español especializado en asuntos internacionales y editor del prestigioso blog Obama World. Pérez Colomer ha visitado recientemente el país persa durante casi tres semanas, recorriendo diferentes partes del país y recopilando un buen volumen de información que próximamente verterá "en un largo reportaje" que comercializará en forma de ebook.

"Es una sociedad en marcha más allá de la política"

Lo primero que nos comenta Pérez Colomer es que "el Irán que nos imaginamos es el que representan una docena de políticos", pero el resto de la gente vive sus vidas y trata la situación "con naturalidad".

Se trata de una sociedad que evoluciona y "está en marcha más allá de la política", en la que pese a la férrea dictadura la gente "intenta hacer lo que le da la gana sin que el poder se dé cuenta". Algo que se nos antoja imposible pero para lo que hay "un mecanismo muy bien montado y que funciona de una forma muy natural".

Por supuesto, "los problemas" políticos, económicos y sociales "son reales", pero como suele ocurrir en tantas ocasiones "el día a día tiene poco que ver con lo que aparece en la prensa".

Es una percepción con la que coincide nuestro segundo interlocutor, un español que ha vivido durante años en Irán y que tiene conexiones con los grupos opositores y al que llamaremos Alejandro, ya que por razones de seguridad prefiere no revelar su identidad.

Alejandro nos cuenta que la gente vive la tensión internacional con algo de inquietud, pero sobre todo "con indiferencia". En cierto modo "empiezan a entrar en una fase como de preparación para la guerra" pero hay "bastante más preocupación por la situación económica".

¿Y qué opinan del programa nuclear?

Según Pérez Colomer, prácticamente nadie en la sociedad iraní cuestiona el programa nuclear, "lo ven como un derecho" e incluso la cuestión de las armas, sobre la que hay algo menos de consenso, es vista en parte como un derecho.

Alejandro también cree que "no hay mucha crítica" y recuerda que el programa nuclear "está ahí desde los años 60, desde tiempos del Sha", aunque lo que sí se ha visto como algo más ridículo ha sido "la obsesión nuclear de Ahmadineyad, que ya provocaba hasta chistes".

A no pocos iraníes les irrita, tal y como nos cuenta Pérez Colomer, que todo el foco de la cuestión nuclear esté sobre su país cuando hay otros como Pakistán, desde su punto de vista más inestable, "que tienen armas nucleares y no pasa nada". Por otra parte, "nadie piensa que los ayatolas se vayan a suicidar usándolas".

¿Un régimen sólido?

La pregunta para muchos es si la dictadura teocrática de los ayatolás tiene músculo para sostenerse, incluso con la perspectiva de un ataque internacional. Nuestros interlocutores coinciden en que, desde del punto de vista interno, "un ataque haría que la gente se solidarizase con el régimen", tal y como nos dice Jordi Pérez Colomer.

Alejandro, buen conocedor de lo que ocurre en la oposiciónn dentro y fuera de Irán nos llama la atención sobre que la parte más moderada de la disidencia parece estar acercando posturas con el régimen local, con gestos como que el expresidente Jatami haya ido a votar en las últimas elecciones, "en las que ha votado muy poca gente porque sólo había candidatos oficialistas".

De hecho, no ya un hipotético conflicto sino incluso las propias sanciones "están reforzando al Gobierno" según Alejandro, ya que "es el que distribuye los ingresos", además de que la crisis económica "precariza la situación de las clases medias" y eso hace que la gente "se lo piense más a la hora de meterse en problemas".

Este acercamiento se ha producido a pesar de que "el ambiente de censura" es muy fuerte (por ejemplo: "los nombres de los líderes reformistas Musaví y Karrubi están prohibidos en la prensa") y mientras sigue habiendo "muchos presos políticos".

De hecho, Alejandro asegura que la actividad opositora es prácticamente inexistente y que, aunque sí ha habido algunas huelgas y manifestaciones estas "eran más de obreros, revueltas de hambre y por el pan" y no han conseguido "vincularse con la clase media".

Finalmente, tal y como apunta Pérez Colomer, más que el conflicto bélico el régimen tiene complicada su subsistencia pero a largo plazo, en primer lugar por la guerra que es "verdaderamente efectiva", que no es otra que "la batalla cultural que se desarrolla a través de la televisión por satélite e internet" y que los clérigos "están perdiendo de una forma brutal".

Y en segundo lugar por un simple problema generacional: "En los últimos años han fallecido los grandes ayatolas sin que haya verdaderos sustitutos", nos dice Pérez Colomer. Han muerto personajes como Jomeini que "eran capaces de movilizar a millones de personas y enormes cantidades de dinero".

De hecho, ni tan siquiera el líder supremo del país, Jameinei, tiene la consideración que tenían los anteriores ayatolás dentro del escalafón, como tampoco la tiene Jatami, el que fuera presidente reformista.

Y, llamativamente aunque quizá no tanto, nuestros expertos todavía conceden menos importancia a un Ahmadineyad que nunca ha tenido tanto poder como parecía en Occidente y cuya estrella política parece haber declinado definitivamente.

Más control político, menos control social

Curiosamente, según nos cuenta Pérez Colomer, en los últimos años se ha dado una paradoja en el país asiático: mientras como vemos el régimen ha venido reforzando la represión en el plano político tras las revueltas de 2009, "ha abierto un poco la mano en las cuestiones sociales".

Se trata de una tendencia lógica que viene desde unos pocos años después de la revolución islámica del 79, pero probablemente se ha acentuado en los últimos tiempos, aunque nuestro interlocutor reconoce que "es muy difícil tener una percepción global al respecto".

En cualquier caso, la gente se ha acostumbrado a ir sorteando muchas de las normas impuestas por los radicales ayatolás y su islamismo extremo, y hoy en día buena parte de la sociedad se ha acostumbrado a un equilibrio bastante peculiar y complejo: se rompen las normas en privado, pero evitando en público ser descubierto o "dando cualquier escusa si te pillan". Un juego complicado pero que la gente vive con naturalidad.

Al mismo tiempo, sin duda el régimen ha perdido predicamento entre amplias capas de la población, sobre todo "a partir de las revueltas de 2009 y de los muertos en las protestas", nos cuenta Pérez Colomer. Llamativamente y pese a las detenciones y las torturas, "la gente tiene menos miedo de decir lo que se piensa, incluso a un periodista extranjero desconocido".

En definitiva, la impresión de nuestro interlocutor es que la sociedad "es mucho más potente de lo que se piensa en Occidente".

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