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La riada tóxica llega ya al Danubio tras devastar el oeste de Hungría

Los equipos de contención húngaros no han logrado que la riada tóxica que ha devastado el oeste de Hungría llegue a un afluente del Danubio, el segundo río europeo más largo. La ola, que ya ha arrasado centenares de viviendas, aniquila todo rastro de vida a su paso y es altamente tóxica.

Los equipos de contención húngaros no han logrado que la riada tóxica que ha devastado el oeste de Hungría llegue a un afluente del Danubio, el segundo río europeo más largo. La ola, que ya ha arrasado centenares de viviendas, aniquila todo rastro de vida a su paso y es altamente tóxica.

La riada de lodos contaminantes que ha inundado 40 kilómetros cuadrados en el suroeste de Hungría ha llegado al río Mosoni Duna, un afluente del Danubio, aunque el nivel de toxicidad ha descendido.

La portavoz de la Oficina de Catástrofes, Gyorgyi Tuttos, explicó que sobre las 07.27 GMT la ola de "barro rojo" alcanzó este afluente, a unos 20 kilómetros del Danubio, aunque aseguró que el pH del agua ha bajado hasta 9,2, después de que hubiera alcanzado un valor de 13, incompatible con la vida.

Según esta portavoz, esos niveles de pH suponen que ya no existe peligro para el medio ambiente. Por su parte, el primer ministro húngaro, Viktor Orban, aseguró que "no se puede vivir" en la zona del desastre.

Orban, que está visitando los pueblos afectados, anunció que habrá que cercar y aislar las zonas más contaminadas de Kolontár, uno de los pueblos arrasados por la ola tóxica.

Fuentes de WWF-Adena aseguraron que en el río Marcal "ha muerto toda forma de vida" y advirtieron de que la región tardará años en recuperarse de la que es ya considerada la mayor catástrofe ecológica de la historia de Hungría.

"Esperamos poder parar la contaminación antes de que llegue hasta el Danubio", dijo el miércoles el ministro de Interior húngaro, Sándor Pintér.

Alrededor de 40 kilómetros cuadrados en los que viven 7.000 personas han quedado anegados por una capa de varios centímetros de fango rojo contaminante, altamente venenoso, que ha causado un desastre medioambiental sin precedentes en el país.

Medio millar de personas equipadas con trajes especiales para la protección contra sustancias químicas y dispositivos de agua a presión, tratan ahora de descontaminar las viviendas y las calles de las poblaciones afectadas, en medio de escenas de destrucción generalizada.

La rotura de una balsa de acumulación, propiedad del fabricante de aluminio MAL Zrt, provocó el lunes el vertido de un millón de metros cúbicos de "barro rojo" que arrasó más de 400 viviendas en las dos aldeas más cercanas, Kolontár y Devecser, y causó cuatro muertos, seis desaparecidos y unos 120 heridos.

El secretario de Estado para el Medio Ambiente, Zoltán Illés, ya ha advertido de que habrá que retirar dos centímetros de tierra en la región afectada para que la zona pueda volver a cultivarse, lo que podría llevar al menos un año.

La población también corre un gran riesgo, porque el lodo saturado de cadmio, arsénico, silicio, plomo, hierro y otros metales pesados, además de ser altamente corrosivo, es también cancerígeno si se inhala.

Incluso cuando se seque puede contaminar el aire y con los vientos extender su poder destructor, han advertido los ecologistas.

Zsolt Szegfalvi, presidente de la oficina local de Greenpeace, explicó que "cuando el barro se seque, los vientos levantarán el polvo, lo que podría causar problemas de salud para los habitantes".

Szegfalvi señaló que se trata de "la catástrofe más grande de Europa relacionada con el llamado barro rojo", por lo que nadie cuenta con experiencias sobre cómo tratar la situación.

El enorme poder contaminante del fango ha causado ya la inseguridad de muchos de los damnificados, que se plantean no volver a sus viviendas y calificaron de mísera la primera ayuda estatal de emergencia de 400 euros que han recibido hasta ahora.

El primer ministro, Viktor Orbán, ha prometido que "se encontrará a los responsables" y se indemnizará a las víctimas del vertido. Las autoridades ya han comenzado a investigar el incidente por si pudiera existir algún tipo de actuación indebida por parte de la empresa propietaria de la balsa de acumulación.

Esta compañía calificó lo sucedido de "catástrofe meteorológica" al achacar la rotura de la balsa a las fuertes lluvias, y ha solicitado poder retomar la producción el fin de semana.

La prensa local ha informado de que la compañía dispone de un seguro de tan solo 37.000 euros para hacer frente a posibles desastres.

Entretanto los diques de la balsa que causó el vertido han sido reforzados y se han creado perímetros adicionales de seguridad, vigilados las 24 horas por un grupo de guardias.

Asimismo países como España, Austria, Eslovaquia y Polonia ofrecieron ayuda a Hungría y el Gobierno húngaro indicó a la prensa que antes de aceptar la ayuda se tendrá que determinar qué tipo de apoyo necesita el país.

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