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Germán Yanke

Arzalluz, alterado

No parece haberle gustado al presidente del PNV que 19 presuntos dirigentes del aparato etarra hayan sido puestos a disposición judicial. No tiene un sólo argumento para defender la inocencia de los detenidos pero prefiere, incluso a esperar a formular algún reparo -si lo hubiera-, zaherir al juez Garzón, coordinador de la operación, desvelar el contenido de las conversaciones privadas del ministro del Interior con los grupos parlamentarios sobre tema tan sensible como la lucha contra el terrorismo e insultar la inteligencia de los ciudadanos.

Peor es constatar qué bajo ha caido moralmente y cuál es la estrategia que imprime a la política del PNV. Con desprecio gañán, se pregunta qué resultados tendrán las detenciones de etarras (ya sean etarras con armas o con papeles) "para conseguir la paz". Otra vez lo repite: la paz no es la ausencia de terrorismo para que los ciudadanos vivan y voten con libertad, la paz no es el triunfo del Estado de Derecho sobre los delincuentes que quieren doblegar las vidas y las libertades con la violencia. La "paz", para Arzalluz y su tropa, es, sencillamente, el pacto político con los terroristas, la cesión para calmarlos. La "paz" de Arzalluz, además de antidemocrática, es una de las vergüenzas éticas más lamentable de la Europa de este fin de siglo. Y la UE dice que va a "vigilar" a Haider...