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Javier Balza se ha apuntado dos exitillos policiales: ha encontrado la casa donde Patxi de Rementería preparaba sus asesinatos y ha disuelto una manifestación encabezada por los hijos de José Ramón Recalde, Enrique Casas y Fernando Múgica.

Este moralista ha abierto un saludable debate sobre la razón legal y la razón moral. Los del PNV nunca asumen ninguna responsabilidad, así que la culpa fue de los hijos de Recalde que no tuvieron la deferencia de prever que su padre se interpusiera ante una bala disparada por un etarra para solicitar en tiempo y forma permiso para manifestarse en repulsa por el atentado. Así que el consejero de Interior, Javier Balza, considera que hizo bien en ordenar a la Ertzaintza que disolviera a las peligrosas víctimas del terrorismo para dejar pasar a los batasunos que sí habían pedido permiso para apoyar a los que habían atentado contra Recalde. Los autorizados batasunos profirieron uno de sus gritos preferidos “Eta, mátalos”, que además de su bárbara brutalidad, es considerado en cualquier sociedad civilizada y por cualquier consejero de Interior como un delito de amenazas, motivo no sólo para disolver sino también para detener. La interpretación de Balza sobre el Estado de Derecho es sui generis: mientras unos no cometían ningún delito, otros lo hacían manifiestamente.

Unos días antes, sin haber pedido autorización alguna, los batasunos coreaban “María San Gil, vas a morir” frente a una concentración silenciosa en la que participaba la concejala del PP, y la Ertzaintza sostuvo la curiosa postura de mantener separados a los dos grupos. El sindicato mayoritario de la policía autónoma lamenta la ineptitud y la falta de criterios profesionales con que actuó Balza en la manifestación del viernes. Nada nuevo bajo el sol: la impunidad del terrorismo callejero ha sido manifiesta. Balza ve la paja en el ojo de las víctimas del terrorismo y se traga la viga en el de los verdugos. Es el mismo que promovió una sucia polémica en la que pretendía situar a Jaime Mayor Oreja como el responsable del asesinato de Fernando Buesa en vez de los etarras.

En materia de hipocresía los peneuvistas dejan en mantillas a los fariseos. Claro que el señor Balza, al fin y al cabo, es consejero del Interior gracias a los votos de esos que gritaban, con autorización administrativa, “Eta, mátalos”. Por cierto, los ciudadanos no tienen por qué luchar para “ganar la calle”, para eso pagan al inepto señor Balza y a sus (de los ciudadanos) policías. ¿Por qué no da una lección de armonía entre la razón legal y la moral y dimite?.

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