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Enrique de Diego

Terrorismo indiscriminado

Los muertos y heridos producidos por el atentado de hoy en Madrid le confieren caracteres de terrorismo indiscriminado. Los abundantes fallos en atentados con explosivos se han trocado en esta ocasión en una abundancia de material, sin restricciones para generar una masacre. La figura del principal objetivo de los asesinos conjuga dos de las obsesiones últimas de los terroristas: magistrado y militar, en una especie de pulso genocida con el Estado de Derecho.

O bien la desarticulación del aparato logístico de Eta no ha sido todo lo completa que Interior consideró, o bien los materiales y mecanismos utilizados estaban almacenados. La forma de actuar del “comando Madrid” es, en principio, distinta de la empleada por los dos pistoleros del comando Andalucía. En Madrid, la banda terrorista tiene infraestructura estable como para ocultar coches robados y material explosivo.

No existe solución “política” al deseo de algunos hombres de matar -ese es uno de los más graves errores del PNV-, salvo la eficacia policial y el reforzamiento del Estado de Derecho. En ese sentido, se percibe un cierto distanciamiento entre la política y la calle. Ayer mismo se publicaba una encuesta en la que el 73 % de los ciudadanos se mostraban a favor de la cadena perpetua para delitos de sangre terroristas, y sin embargo el debate sobre el cumplimiento íntegro de las penas fue despejado días anteriores como una especie de cuestión delicada o problemática.

En los aspectos en los que se puede ir por delante, el Gobierno va detrás de los acontecimientos, preocupado más por no distanciarse de las dudas metódicas de la oposición que de responder a las demandas ciudadanas. La unidad de los demócratas está en los ciudadanos antes que en los partidos, son estos los que, atenazados por extraños complejos, no se hacen eco de la opinión pública. Además, España no tiene problemas internacionales serios, pero sí problemas internos relevantes.

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