Menú
Diana Molineaux

Una copa de más

Han pasado 24 años, pero la copa de más que Bush se tomó una noche junto a la finca de sus padres en Maine, le da resaca en el momento más inoportuno. Cuatro días antes de las elecciones ha tenido que reconocer que fue detenido, arrestado y condenado a pagar 150 dólares por conducir con un exceso de alcohol, además que quedarse un mes sin permiso de conducir.

Aunque Bush ha reconocido repetidamente que bebió demasiado hasta hace 14 años, cuando comprendió que el alcohol le perjudicaba y lo eliminó por completo, nunca divulgó este arresto y anoche tuvo que convocar precipitadamente una rueda de prensa para poner coto al posible daño que esta revelación pueda hacerle.

Es difícil imaginar que el incidente en sí tenga mucho efecto en los electores, que le han oído decir repetidamente que tuvo problemas con el alcohol, pero es peligroso por varias razones: porque es vulnerable a la acusación de que trató de ocultar el arresto y porque distrae al público en momentos en que Bush tiene que luchar por cada voto.

Los colaboradores de Bush señalan que no hubo accidente alguno, que la policía simplemente le detuvo porque conducía demasiado despacio, que no trató de utilizar la influencia de su padre para evitar las sanciones y que la concentración de alcohol era relativamente baja, del 0.10. Pero sobre todo tratan de dar la vuelta al problema y dirigirlo contra el vicepresidente Gore, apuntando que el momento de la "revelación" hace sospechar un juego sucio.

Un portavoz de Gore asegura que el candidato demócrata no tiene nada que ver y la televisión que divulgó la noticia lo confirma, pues un periodista simplemente oyó a tres abogados comentar el rumor de la detención de Bush. Pero después se ha sabido que el reportero fue a parar en lo que parece una trampa: la pista le llevó a un abogado que tenía preparada una copia del informe policial y que, en el mes de agosto, asistió como delegado a la convención demócrata de Los Angeles.

En Opinión