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Es casi una parábola. El mejor de los resultados posibles para la causa de la libertad era una victoria por la mínima de George W Bush gracias al estado de Florida. En una noche de infarto, en la que las encuestas empezaron dando Florida a Gore, y sólo a las 4 de la madrugada (hora española) el escrutinio varió el reparto de escaños, puede decirse que Gore ha perdido la presidencia gracias a Janet Reno y a Bill Clinton, a causa de esa escena vejatoria de los rambos de inmigración tratando como terroristas a los familiares de Elián y con ellos a todo el exilio cubano. La democracia más fuerte del mundo sometida y haciendo el juego sucio a una de las peores dictaduras de la tierra. El triunfo de Bush en Florida es el triunfo del exilio cubano.

No deja de ser curioso que durante toda la campaña, en los medios de comunicación españoles no se haya hecho ni la más mínima referencia al caso Elián. Tampoco durante la larga noche electoral, y a pesar de que toda la atención estaba centrada en Florida, el magnífico despliegue de Tele 5 incluyera ni un solo reportaje, salvo alguna indirecta referencia, sobre una cuestión que en su momento centró toda la atención mundial, y que había pasado a ser tabú, salvo en Miami y en las urnas.

Desde luego, no cabe restarle méritos a George W Bush. Aunque no parece una lumbrera, lo cierto es que ha ganado frente al vicepresidente de un gobierno exitoso en lo económico. Si Clinton gobernó en la estela de Reagan, con un esquema económico republicano, Bush se ha presentado con un magnífico programa que representa una profundización en el liberalismo, un nuevo avance, con reformas interesantes en educación –donde propugna el cheque escolar, un debate proscrito en España incluso en cenáculos empresariales pretendidamente liberalizadores-, en sanidad y pensiones –donde incide en avances a través de la iniciativa privada con fórmulas de bonos-, en fiscalidad, con una reducción general de impuestos, e incluso en defensa, donde sabiamente recupera la iniciativa del escudo protector nuclear de la reaganiana guerra de las galaxias. Son reformas liberalizadoras de las denominadas de “segunda generación”.

Los medios de comunicación españoles, casi unánimemente prodemócrata y proGore, no han conseguido influir en el electorado norteamericano. Como también parece un error de diagnóstico considerar la victoria de Hillary Clinton como un paso hacia la candidatura hacia la Casa Blanca, más que como el respaldo a la señora del todavía presidente en un estado tradicionalmente demócrata. El sistema le ha dado un retiro de lujo al matrimonio que satisfará estos cuatros años las conocidas ambiciones de Hillary, y nada más. Al tiempo. Enrique de Diego.

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