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Federico Jiménez Losantos

El Comandante Madrazo y el sargento Llamazares

¿Qué extraña fuerza, que incomprensible influencia tiene Javier Madrazo sobre la dirección de Izquierda Unida como para hacer que el recién estrenado coordinador de la coalición rectifique en apenas venticuatro horas su aparente predisposición a unirse a los partidos democráticos en el pacto contra ETA? ¿Acaso la garantía de que mientras IU siga uncida al yugo del Pacto de Estella los etarras no matarán a ningún representante de los pocos que le quedan a EB-IU en el País Vasco y, lo que es más importante, de los que aún mantiene a nivel nacional? ¿O es que ya actualmente la única seña de identidad del PCE es su identificación con ETA y el PNV frente a los dos grandes partidos nacionales, PP y PSOE?

Probablemente, las dos cosas. Amén de una tercera: la pavorosa fragilidad del liderazgo de un Gaspar Llamazares, incapaz de defender el punto de vista de la mayoría de dirigentes y votantes de la coalición. Ni siquiera de imponerlo a un personaje tan deleznable como Javier Madrazo, que ha destruido la base electoral de la coalición en el País vasco, que a escala española está arruinando definitivamente la credibilidad de IU como fuerza nacional de izquierdas alternativa al PSOE, que no ha pertenecido nunca al PCE vasco y que, en realidad, no es o no parece otra cosa que un "submarino" del PNV, que acaba de reformar la ley electoral para tratar de asegurarle un escaño tras las elecciones, señal inequívoca de hasta qué punto está seguro del sentido de su voto.

Llamazares podía haber encabezado la recuperación de Izquierda Unida para la construcción de una izquierda democrática española, verdaderamente curada de la catástrofe soviética y dispuesta a rectificar los dogmas estalinistas en favor de cualquier ruptura o desestabilización de las democracias occidentales. Pero está haciendo exactamente lo contrario. Mientras Fidel Castro encabeza la reivindicación internacional de la banda terrorista contra la España democrática, el PCE se pone al servicio de ETA y del PNV a través del insignificante pero significativo Madrazo, un personaje al que evidentemente se ha minusvalorado en su capacidad de hacer daño.

El panorama de la izquierda española no felipista es, cada día más y en todos los sentidos, de terror. Estas son sus coordenadas: Putin en La Habana, Madrazo en Estella y Llamazares en la inopia. Así que, cuando el nuevo dirigente de IU ha querido retomar el discurso de las libertades frente al terror, ha bastado una llamada al orden del comandante Madrazo para que el sargento Llamazares se ponga en primer tiempo de saludo. Al coordinador coordinado sólo le ha faltado repetir la consigna simiesca de los sicarios del déspota habanero: "¡Comandante en Jefe! ¡Ordene!"

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