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Los datos existentes sugieren una mezcla de terrorismo selectivo e indiscriminado, con control remoto para activar contra la víctima y con suficiente potencia para provocar una masacre. Este atentado frustrado adquiere magnitudes de huida hacia delante en la psicopatía de la ofensiva terrorista, y muestra algunas de las paranoias actuales más claras de la banda nacionalista: el odio contra los medios de comunicación y contra la Universidad, dos de los ambientes más proclives a la libertad en una sociedad abierta porque son el fundamento de su existencia.

Como apunta el decano de la Facultad de Periodismo, mientras el PNV no rompa con el pacto de Estella/Lizarra no está en un debate entre nacionalismo y constitucionalismo sino en estricta complicidad moral con el terrorismo nacionalista y sus asesinatos. Y mientras el lehendakari siga gobernando gracias a los votos de los que han intentado provocar una masacre en la Facultad y de su brazo político se encuentra también en zona de complicidad moral. Salir de esta situación exige elecciones anticipadas. Porque, mientras no las haya, lo que hace Eta es matar en nombre del conjunto nacionalista, como si sirviera al PNV y al gobierno vasco, como si estuviera luchando por el ideal común de la construcción nacional.