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Que “Ardi Beltza” sirve como el boletín interno de Eta a sus comandos es una certeza moral. Que Pepe Rei actúa como correa de transmisión de la banda terrorista mostrando los futuros objetivos a los psicópatas de la nueva Eta es también una evidencia. Que en la nuca donde pone el artículo otros ponen la bala es un hecho demostrado. Pepiño es o rei dos comandos: antes de que se supiera que el comando Andalucía había estado en la localidad valenciana de Paterna, se tuvo el indicio de que la “Oveja negra” ya había dado sus aullidos --es un lobo con piel de cordera-- ofreciendo un reportaje sobre la ciudad. Y antes de que empezaran los atentados contra los periodistas, ya se sabía por dónde iban a ir los tiros. Otra cuestión es que todo esto pueda demostrarse en términos judiciales, aunque Pepe Rei ha caído en las buenas manos de Garzón y la prisión preventiva.

La cuestión de fondo es la existencia de comandos legales en el pleno sentido del término que utilizan los fundamentos del sistema para servir de vanguardia y de retaguardia a los pistoleros. La cuestión de forma es que la banda terrorista parece ser incapaz de mantener una comunicación secreta con sus comandos y lo hace de manera pública, a través del papel couché. Esto nada tiene que ver con la libertad de expresión; es su perversión más abyecta, como lo demuestra el hecho de que sean los periodistas los destinatarios de los avisos mafiosos y de las órdenes criminales. ¿Cómo era aquello de si mi pluma valiera tu pistola? Pues ni la pluma de Pepiño ni las pistolas de sus fervientes lectores valen gran cosa.

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