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Enrique de Diego

A propósito de la encuesta

El ministro de la Presidencia, Juan José Lucas ha cometido una torpeza convertida en polémica contraproducente en el peor momento, en el último tramo de la campaña. Contraproducente, porque es obvio que el retraso injustificado en la entrega había de tener como intención favorecer o no perjudicar los intereses de su partido, y no es ese el efecto conseguido con el gesto caciquil.

Hay, además, de fondo una mitificación del poder de las encuestas, como si fueran a cambiar el rumbo de las cosas, cuando es notorio que en las últimas elecciones el resultado real no ha coincidido con las profecías virtuales. Menos aún en el País Vasco. Es previsible que con mayor motivo en esta ocasión, pues una encuesta a la que no responden el 40 por 100 tiene escasa validez orientativa, por muchos elementos de corrección que se introduzcan. El más obvio en este caso es el del miedo o el de la lógica prudencia para no manifestar la intención del voto hacia el PP o hacia el PSOE o no mostrarse demasiado entusiasta en la valoración de Jaime Mayor Oreja o Nicolás Redondo Terreros. De hecho, lo que señalan como tendencias todas las encuestas es que el PP sube y Eh baja, lo demás es comentario. Es decir, hay antiguos votantes del PNV que pasan al PP y antiguos votantes de Eh que pasan al PNV, como sucedió en las generales.

Con todas esas prevenciones, que no son pocas, los resultados del CIS dibujan la posibilidad de un gobierno de coalición entre PNV, Eh e IU, algo a lo que, al margen de los dimes y diretes entre Arzalluz e Ibarretxe, estarían dispuestos los principales protagonistas, o en todo caso, si la solución Ibarretxe es creíble como rechazo a EH y oscilación hacia el PSOE, el precio ya puesto es la salida de la vida pública de Nicolás Redondo Terreros. Aunque en los mentideros se comentaba que la encuesta no se hacía pública porque daba mayoría absoluta constitucionalista y ello podía desmovilizar al electorado (estas lecturas estratégicas pertenecen al estricto campo del voluntarismo y el esoterismo, se dicen sin que se sepa muy bien por qué, con anterioridad se consideraba la moral de victoria un elemento clave y electoralmente rentable), el resultado que se ha hecho público es uno o el peor de los posibles. Si se trata de movilizar, el PSE ha de intentar entrar con mayor decisión en el electorado de IU y crecer esos dos escaños. Madrazo se perfila a pocos días de las urnas como lo que siempre ha sido: el caballo de Troya del nacionalismo, desde el PNV a Eta. Nunca tantos habían dependido de tan pocos, ni nunca IU había caído tan baja.

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