Aunque la medicina académica no termine de admitir la relación sintomática recíproca existente entre la mente y el cuerpo, no deja de ser curioso que Hannelore Kohl, la mujer que ha estado a la sombra del canciller de la reunificación alemana, Helmut Kohl, padeciera precisamente una alergia a la luz que la obligó a refugiarse los últimos años en la oscuridad.
La fotofobia progresiva que padecía fue provocada por la penicilina que tomó hace siete años y desde hace año y medio le impedía salir a la luz del día, bajo riesgo de sufrir severas irritaciones en la piel, problemas de circulación e incluso shocks alérgicos. Sólo al caer la noche podía abandonar su casa, en la que al final ni soportaba la luz de las bombillas.
Es en la sombra donde se oculta la cara oscura de los objetos iluminados. En este caso, era Kohl el astro que acaparaba toda la luz. Algunos medios han señalado que Kohl no trataba bien a su esposa. El hombre que durante varios lustros fue políticamente el más poderoso de Alemania, debía concentrar sus energías en conservar e incrementar su poder a costa de los que le rodeaban en su entorno más cercano, entre ellos su mujer. Según señala la corresponsal de El País en Berlín, Pilar Bonet, citando anónimamente a dos políticos democristianos: “Kohl la torturaba con observaciones críticas. No le perdonaba nada y la fulminaba si llegaba un minuto tarde, decía una de las fuentes. Mi opinión sobre Kohl cambió cuando vi cómo trataba a Hannelore. Le hacía comentarios humillantes y a veces la ignoraba para charlar con la jefa de su gabinete, Julianne Weber, según la otra fuente”.
Citando la interpretación de la fotofobia que da el conocido psicoterapeuta alemán Rüdiger Dahlke, la piel, escenario de la alergia, simboliza el punto de inflexión entre el mundo interior y el exterior. Dahlke diagnostica síntomas como la formación de ampollas y eccemas por exposición a la luz como relacionados con la parte de la psique que inconscientemente asocia la luz, el sol o el polo masculino, a algo amenazante. En el caso de Hannelore Kohl se trataría de un conflicto conyugal, cuyo campo de batalla correspondería a la frontera de contacto con el exterior, la piel. El tratamiento que Dahlke propone para estos pacientes es que el enfermo se autocuestione si lo que su consciente identifica con la luz brilla realmente.
No obstante, ha sido Monseñor Erich Ramstetter, confesor de Hannelore Kohl, quien ha emitido públicamente el primer diagnóstico de tipo psicosomático. En unas declaraciones al diario sensacionalista Bild Ramstetter afirma que “la psique de cada persona sólo soporta un cierto grado de presión. Su alma se enfermó con el escándalo de las cuentas ocultas en el que llegaron a hacer ataques que dañaban el honor”. Según el sacerdote, “era una enfermedad psicosomática, una enfermedad del alma. Por eso no considero su muerte como un suicidio en el sentido de la teología moral”. Tras el cambio de Gobierno y la llegada a la Cancillería de Schröder, los Kohl tuvieron que enfrentarse a la pérdida de las comodidades del poder y a la caída del ex canciller de su pedestal, tras descubrirse que durante años gestionó un sistema de financiación ilegal en beneficio de su partido. Según Ramstetter, Hannelore Kohl, de estatura menuda y aspecto frágil, siempre vivió a la sombra de su marido y su imagen hacia el exterior fue escudarse con un caparazón e intentar llamar la atención lo menos posible, mimetizándose.
Hannelore Kohl nunca abandonó la posición de sombra de su marido y ello, posiblemente, le costó la vida.

A la sombra de Kohl
En Internacional
0
comentarios
Servicios
- Radarbot
- Curso
- Inversión
- Securitas
- Buena Vida
- Reloj Durcal