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Maite Cunchillos

El grito de Munch

Barrionuevo sabe que su condena, como ya ocurrió en el caso Marey, depende de lo que declare Sancristóbal. Barrionuevo sabe que su patrimonio constituye una mínima parte del de Sancristóbal. Barrionuevo sabe que él no se enriqueció con los Fondos Reservados, y también sabe que Sancristóbal sí lo hizo. Barrionuevo sabe que, como ministro, no hizo nada para evitar aquella situación. Por eso hoy, Barrionuevo ha perdido los papeles y ha faltado al respeto al fiscal. El presidente de la Sala, Francisco Vieira, no ha sabido cortar a tiempo las impertinencias de un hombre que se siente acorralado y que se ve sentado junto a personajes como Rodríguez Colorado, Vera, Sancristóbal y Álvarez.

A Barrionuevo, con su ira incontrolada, se le ha escapado una frase que, si al final hay condena, aparecerá en la sentencia: "me acuso de eso, de no ocuparme del estadillo de los fondos reservados, me ocupaba de las víctimas y de otras cosas...eso no me importaba".

El fiscal esperaba una reacción airada de Barrionuevo, pero aun así, el ex ministro ha conseguido sorprenderle y descolocarle. A duras penas el fiscal Luzón conseguía la respuesta a la pregunta formulada. El ex ministro, incluso ha logrado que todos veamos rasgos de debilidad en el impasible Luzón: ante la disyuntiva de pegarle un puñetazo o mantener la compostura, el fiscal ha optado por lo segundo, como es lógico; pero al menos le hemos visto apretar los labios, levantar una ceja y estropear el clip de sus apuntes, a fuerza de toquetearlo.

El que desde luego no arquea ni una ceja es Sancristóbal: puede acercarse a una persona (en este caso Barrionuevo) y llamarle sinvergüenza sin apenas mover su boca. Sancristóbal es capaz de tomar apuntes, sin inmutarse, cuando alguien (otra vez Barrionuevo) le llama ladrón. Pero Sancristóbal sabe quién le permitió enriquecerse a costa de los fondos reservados; por eso guarda la compostura.

Este lunes, más de uno se ha acordado de Siro García, aquel presidente de Sala que puso firme a un general de la guardia civil llamado Enrique Rodríguez Galindo. García, incluso reñía a los agentes de la Benemérita que comparecían sin corbata ante el tribunal. Siro García pecó de intransigente; su colega, Francisco Vieira, pecará de lo contrario si no lo remedia pronto.

Por cierto, Barrionuevo y Corcuera no llevaban corbata. Los demás acusados sí la llevan; un detalle que suscitaría muchos comentarios.

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