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Me entristece y reconforta a la vez la decisión de la RAE de incluir en su diccionario términos tan populares como anglosajones, provenientes del mundo de las telecomunicaciones y la informática. Por un lado, renuncia a repetir el ridículo de pretender que los españoles llamáramos cederrón a lo que ya llevábamos años leyendo y escribiendo como CD-ROM. Pero por otro certifica, una vez más, que el español está perdiendo la carrera frente al inglés.

El castellano no es el idioma de Internet y no es el idioma científico por excelencia. Sabemos que no puede serlo por la prominencia investigadora de los países donde se habla, pero creo que podríamos hacer un mayor esfuerzo para que las nuevas palabras que surjan en ese ámbito se popularizaran ya traducidas.

Es de esperar que el futuro, si acaba existiendo de verdad, Observatorio de Neologismos se centre menos en unificar el habla de la calle de los diversos países hispanohablantes y se encargue de realizar este trabajo. Debería traducir rápido las nuevas palabras procedentes del mundo de las nuevas tecnologías y procurar que los medios especializados y los suplementos de los periódicos atendieran y utilizaran dichas traducciones.

No obstante, no sólo se requiere conocimientos en lengua española para este trabajo. Saber inglés, informática y telecomunicaciones y conocer el origen de los términos anglosajones es casi más necesario para esta labor. Resulta imprescindible que la Academia trabaje con este tipo de profesionales, como el grupo de Lengua de la ATI (Asociación de Técnicos de Informática).

Hay que pensar que no todos los técnicos somos iletrados por definición, ni todos los estudiosos de la Lengua son analfabetos informáticos. La absurda división de Letras y Ciencias puede ser el mayor enemigo del futuro de nuestro idioma.

Tampoco estaría mal que el sitio web de la RAE permitiera por fin la búsqueda ágil y eficaz por su nuevo diccionario. Sé que es la intención con la que se publicó un nuevo diseño el pasado día 15, mas yo aún no he logrado que funcione. Anunciar una web sin saber si funcionará es la mejor manera de hundirla, y si no que se lo digan a Diversia, que gastó un buen número de millones en anuncios de televisión mientras sus técnicos aún no había logrado que el comercio funcionara. Después cerró sus puertas. Mientras tanto, lo mejor será utilizar el sistema de búsqueda que ofrece El Mundo.


Daniel Rodríguez Herrera es editor de Programación en castellano.

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