Menú

Acabo de hacer una copia de seguridad de mis documentos, páginas web y demás datos con los que trabajo. Quizá sea la última vez que pueda hacerlo sin tener que pagar un impuesto revolucionario a la SGAE, pues soy culpable de violar los derechos de autor. Una sentencia obliga a un fabricante de discos compactos vírgenes a pagar un canon de entre 37 y 40 pesetas a dicha sociedad por cada venta, contando a partir de 1997.

El otro día, a la salida del metro, me dieron un papel con una oferta: vendían discos CD-R por 49 pesetas. Esta sentencia me obligaría a pagar casi el doble. Como mínimo, pues debemos tener en cuenta que las empresas tendrán que conseguir de algún lado el dinero del canon que no nos cobraron durante estos años. Aunque esté claro que la mayor parte de estos discos se utilizan para fines éticamente dudosos, no se puede establecer la culpabilidad de todo el colectivo comprador como si de un Estado totalitario se tratase. Porque eso es lo que están haciendo: juzgando un colectivo, no un individuo.

Es evidentemente absurdo que, como señala Manuel Martínez, importante capitoste de Imation, haya que pagar un canon por cada hoja de papel, no sea que vayamos a utilizarla para fotocopiar un libro. La transmisión de datos no tiene por qué estar sujeta a canon alguno. ¿Qué será lo siguiente, cobrar por utilizar Internet? Después de todo hay muchas personas que utilizan su conexión para violar los derechos de autor bajándose películas y canciones de la red. O puede que debamos pagar por pasear por la calle, no sea que se nos ocurra silbar alguna melodía conocida.

No es sino una forma más de saqueo legal. Pagamos sanidad pública cuando utilizamos un seguro privado. Pagamos las pensiones públicas cuando desearíamos tener un plan completamente privado... y pagamos derechos de autor cuando copiamos software libre y gratuito o hacemos copias de seguridad de nuestros datos. El estado del bienestar, supongo. Mientras tanto, ya que se pagan derechos de autor por los CD, quizá deba ponerme a copiar música a diestro y siniestro. Mis escrúpulos morales ya los han cobrado.

En Tecnociencia

    0
    comentarios