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Enrique de Diego

Enmiendas morales y reformas legales

Existe la curiosa costumbre de trasladar los debates pendientes sobre el modelo político general, que afectan a la legislación, a cuestiones de modelo de partido. Ese error palmario lo cometió en su día el PSOE poniendo en marcha unas primarias que son una burda copia del sistema norteamericano, con casi todos sus inconvenientes y casi ninguna de sus ventajas. El sistema norteamericano es abierto a todo el electorado, no a los militantes, y está relacionado con la limitación de mandatos. Ese error subyace en el abandono voluntario de Aznar, pero se amplifica, en mi opinión, en las enmiendas de Cascos, pues se sitúa como principio moral, o privilegio de partido, lo que ha de ser norma del marco legal. Si las enmiendas de Cascos fueran aprobadas, lo que parece improbable, se podría considerar un avance, pero eso sólo afectaría a la estrategia.

Nuestro sistema político precisa de reformas importantes que pasan por la eliminación de las listas cerradas y el establecimiento de la limitación de mandatos como imperativo legal. Esas son reformas propias de un programa electoral. Si se produjeran, el modelo de partido se adecuaría de inmediato a la nueva realidad. Mientras tanto, los partidos responden al marco existente, de forma que las listas cerradas llevan a la adhesión inquebrantable o a la división completa, sin término medio virtuoso, porque para entrar en las listas hay que adular y cuando no se entra se rompe la baraja.

En cuanto a la autoridad moral de Cascos para presentarse como el adalid de la democracia interna sólo hace falta recordar el destrozo perpetrado por el exsecretario general en el Partido Popular catalán.

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